30/11/06

El rostro impenetrable (30-11-2006)

No sé si la cara de tungsteno le corresponde a Zapatero o a Leopoldo Torres o a ambos. Pero para proponer al ex fiscal general del Estado para el subcomité contra la tortura de la ONU hay que tener muy pocos escrúpulos. España propone cada año a funcionarios españoles para altos cargos internacionales, como acaba de ocurrir, frustradamente, con la ministra de Sanidad candidateada para secretaria de la Organización Mundial de la Salud. Nuestro célebre Inocencio Arias tuvo que fingir la sensación de querer miccionar para insistirle en el baño de señores del Santiago Bernabéu a Kofi Annan, que Miguel Angel Moratinos ascendiera a los cielos de algún mandato internacional. Era José María Aznar quien lo pedía pero este afrancesado amante del borgoña al verse desairado optó por abrazarse al PSOE.

El candidato sobre la tortura ¿qué conocerá de ella? Noticias tendrá al menos de la muerte de Lasa y Zabala, que fueron muertos con las uñas de las manos y los pies arrancadas y cavándose sus propias fosas. Tras ser trasladados en un baúl de coche, les negaron sus últimas voluntades y fueron asesinados a cañón tocante de tiro en la nuca.

¿Qué conoce Leopoldo Torres de otras torturas? Quizá lo que haya leído en El País sustancialmente, quizás alguna crónica mía desde el Cono Sur americano. Te meten por la boca un rosario de electrodos para darte corriente alterna en cualquier víscera hueca o llegan a introducirte una cucharilla con la picana para brindarle alegría al feto que engendras.

La tortura puede llegar a cortarte con alicates tus pezones; este fulano desconoce de torturas y vejámenes que no sean aquéllos de los cuales él ha consentido como fiscal. Quizás haya que prejubilarle sin honores si es que ya tiene la edad para ello, pero nunca catapultarlo a la ONU para representar a la tortura en el mundo. Violentar al prójimo es una costumbre difícil de erradicar y necesitas grandes pensadores para excluir este sufrimiento. Leopoldo Torres no es el hombre adecuado para una promoción internacional, tendría pesadillas por las noches soñando con los GAL o con José Luis Corcuera, que no sé cuál será peor.

De los GAL se ha escrito demasiado y parece que poco hemos aprendido. De alguna manera una parte importante del voto socialista está tácitamente de acuerdo en asesinar a los verdugos. Es aquello que Borges opinaba sobre la guerra sucia argentina: «Se están comiendo a los caníbales».

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