23/11/06

Justicia bajo toda sospecha (23-11-2006)

Sólo he tenido medio problema con la Justicia a cuenta de Ruiz Mateos (cuya salud guarde Dios) y debí merecérmelo porque le puse como no digan dueñas. Por el contrario cada vez que escribo del Tribunal Supremo o del fiscal general del Estado me llueven extrañas migrañas extemporáneas. Estos desentendimientos se originan en esta democracia de baja intensidad en la que Montesquieu ha muerto, según sentenció Alfonso Guerra, y no se da la división de poderes. El Ejecutivo subsume al Legislativo y el Judicial chalanea con el poder partitocrático. Esto es aburrido por sabido; lo que mueve a extrañeza es que ningún progresista se manifieste por la separación de poderes, que es la bragueta de la libertad.

Así las cosas, el fiscal general del Estado debería ser un ministro del Gobierno (como en Estados Unidos) para no sorprenderse con sus pendulazos serviles. Las herriko tabernas no son ONG sino guaridas de financiación, cooptación, blanqueo de dinero y hasta refugio de Batasuna, ilegalizada en el mundo civilizado como brazo político de ETA. Al terrorismo también se llega por la disipación y el pasatiempo. Aquello de Thomas de Quincey: «Se empieza por un asesinato y se acaba por eructar en la mesa». Hace un año el inefable Cándido Conde-Pumpido, asistido por la inspección de Hacienda pidió procesar a los responsables de las tabernas, y hoy se toma en ellas un txiquito asegurando que no hay pruebas contra ellas. En teoría el Ministerio Fiscal es el defensor de la sociedad, pero en toda esta democracia de bajo voltaje ha sido un ujier del Gobierno, y ahora Pumpido estira la alfombra para que Zapatero pueda llegar hasta ETA para negociar la paz perpetua de Kant. No hay Estado: hay pulposidades gubernamentales.

Entre países equiparables sólo en España no se cumplen las sentencias del Tribunal Supremo: ni a cuenta de Ibarretxe, ni de la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones ni de una pareja de estafadores que cazan con el Rey. Los poderosos con las sentencias del Supremo hacen chuflas y morisquetas. También me sorprende que no se quejen, aunque sólo sea por autoestima, pero se desacreditan a sí mismos al aplazar hasta enero la calificación de las juventudes etarras, protagonistas de la lucha callejera. ¿Pero qué necesitan sus señorías para comprobar que Jarrai son las juventudes hitlerianas? Otros que se ahogan con la saliva de pegar un sobre. Otros que libran a Zapatero una condescendiente sonrisa de Otegi. Plegados los poderes del Estado es natural que el presidente se crea César y use al servicio para pasear a los perros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario