28/12/06

Ley de Aviaco (28-12-2006)

Viaje con nosotros es una de las canciones más lúcidas del vasco Javier Gurruchaga y la Orquesta Mondragón. Todos hemos volado por aerolíneas de bandera española y hemos sentido y hemos sufrido el mismo pánico escénico. No sé si la letra es de Luis Alberto de Cuenca, pero corren leyendas urbanas de que en la T-4 de Barajas se han encontrado cadáveres en los servicios de turistas perdidos o fallecidos de muerte súbita: todo es posible en el mundo de la aeronavegación española.

Magdalena Alvarez tiene por mal mote el de Lady Aviaco porque cuando fue consejera de la compañía voló junto a su familia gratis total y dejó a gente en tierra que había pagado su pasaje y que realmente cotizaba a la compañía. Sobre el frontispicio del Palacio de los Diputados habría que esculpir una frase: «El Gobierno no está para pagar las vacaciones a nadie». Los desgraciados ecuatorianos, peruanos, argentinos, venezolanos, uruguayos, brasileños, no iban de vacaciones precisamente sino que regresaban a encontrarse con sus familias después de muchos años. Tampoco iban a las Seychelles o a las Maldivas a broncearse y a tomar gin tonic.

Pero esta ministra del fomento del follón (nieve en el pasado diciembre, el verano caliente de El Prat y ahora Air Madrid) parece que viaja en escoba, porque su mala leche es indescriptible de derecha a izquierda. Empieza a ser creíble que Juan Carlos Rodríguez Ibarra o Manuel Chaves, desde sus respectivas comunidades extremeña y andaluza, aprovecharon el Gobierno de cuota y cremallera («Soy el justiciero de las mujeres», ZP dixit) para desprenderse de sus mujeres más incómodas, ineficaces y terriblemente ríspidas.

Si Lady Aviaco tenía información desde hace meses en su cartera sobre Air Madrid es una irresponsable por haberla dejado volar, y haber hecho sentir la presión de su dominio en plenas vacaciones de Navidad es de una insensibilidad propia de las iguanas.

Probablemente la acabará asistiendo la razón a posteriori en el sentido de que Air Madrid estaba haciendo desde hace bastante tiempo overbooking (algo sancionado por nuestra amiga Loyola de Palacio), pero ella lo conocía, estaba avisada. Sin embargo, nuestra querida ministra Magdalena Alvarez es de las que meten la cristalería de Bohemia en el lavarropa. Un dechado de sutilezas. Esto es lo que sucede con las ministras de cuota y cremallera del jefe.

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