12/4/07

El silencio de un hombre (12-4-2007)

Cuando nos incitan a hablar votando, el Gobierno se hace abanderado del silencio. Bien es cierto que Manuel Conthe puede dar una rueda de prensa en la Puerta del Sol para drenar su conciencia, aunque el alcalde no lo permitiría, que no quiere ofender a los socialistas ni con el pétalo de una rosa. Qué gran fresco del siglo XXI; hasta los reos tienen derecho a una última palabra. Menos el suicidado presidente de la CNMV. Que un alto cargo público condicione su dimisión a explicarla ante la Comisión de Economía (o la que correspondiese) debería ser norma parlamentaria y no aquelarre socialista, descomposición y tabú.

Antonio Gutiérrez, presidente de aquella comisión y perdida esperanza blanca del sindicalismo español, dice que Conthe es un soberbio. Desde luego talante, a la usanza zapateril, no tiene, y basta mirarlo a la cara para advertir que no se anda con rodeos y dengues. Lo menos malicioso es que pretenda solemnizar su dimisión con una explicación ante el Parlamento, que está para eso: para parlar. Si no ya habría cruzado la Carrera de San Jerónimo con los periodistas del hotel Palace. Como no pueden destituirle porque su cargo es tasado, se les llevan los demonios. Desde De la Vega a López Garrido. Piden al estigmatizado que primero se vaya y luego ya veremos. O que le dé sus explicaciones al Gobierno, como si Zapatero, Pedro Solbes y el arabesco lateral de Miguel Sebastián no supieran qué ha ocurrido con Endesa desde que se negó a ser un pago del Estatuto de Cataluña.

Queda mucho cupón que cortar, pero al campeón español de la energía lo están deshuesando entre una constructora con perspectivas de irse, una eléctrica italiana de capital estatal, y, al fondo, E.ON dispuesta a comerse las raspas. Este sainete, que dice poco en pro de nuestra seguridad jurídica, empezó cuando Angela Merkel (la fracasada) llamó a Zapatero para avisarle de la OPA y al presidente se le cayeron los calzoncillos. Se los volvió a colocar con Romano Prodi en Ibiza, pero por el camino se deformó la legislación sobre las OPA, y el entonces ministro de Industria, el silencioso Montilla, llegó a alterar las galeradas del BOE.

Ya se sabe que el silencio es oro, ¿pero a qué este empecinamiento por cerrarle la boca a Conthe? ¿Qué otros esqueletos guarda Zapatero en los armarios de La Moncloa? El cerrojazo a Conthe es menos comprensible si atendemos a que la mayoría de los gatuperios cometidos en esta farsa, ya han sido publicados por la prensa. La soberbia es la de un poder que no acepta una dimisión justificada públicamente, y que no cree en el mercado único europeo. A Franco no le dimitía nadie, y éstos están en las mismas.

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