11/6/07

Las almas muertas (11-6-2007)

La semana pasada Alexander Solzhenitsin aceptó el premio estatal ruso concedido por el presidente. El anillo se cierra y un hombre del KGB como Putin galardona a quien se pudrió en sus campos. Había residenciado a Solzhenitsin en los cajones del olvido (le creía muerto) y sólo recordaba el episodio bochornoso de su única visita a España, antes de la muerte de Franco. Le dieron un inacabable primer plano en televisión en el que con su barba recortada en la boca parecía el capitán Acab persiguiendo a bordo del Pequod la ballena blanca comunista. Un comentarista musical muy célebre dijo una crueldad que tuvo fortuna: «Ya tenemos cuatro payasos: Gaby, Fofó, Miliki y Solzhenitsin». Dio vergüenza ajena porque el invitado sólo relató el infierno del archipiélago Gulag del que había sido huésped. Pero ya se sabe que el franquismo era una fábrica de comunistas irredentos.

Joven matemático, se casó con Natalya Reshetovskaya, compañera del politécnico pero la guerra les separó. S. ascendió de raso a capitán combatiendo con mérito en el saliente de Kursk, batalla más decisiva que Stalingrado. Marxista-leninista convencido, escribió a un amigo sobre la conveniencia de sustituir a Stalin, ignorando la censura militar. Fue degradado, vejado por el KGB y condenado sin juicio a ocho años de trabajos forzados. Alojado en una sola pieza con más penitentes, dormía en el suelo sin poder moverse y con la cabeza pegada al cubo de los excrementos y los diarreicos de la dieta única de pienso para el ganado le defecaban en la cara. En los yacimientos de arcilla ésta no se despegaba de las palas y había que llenar a mano las vagonetas, quedando la ropa tiesa como el cartón a la mañana siguiente. Natalya se divorció de él por no estar casada con un disidente, que además no lo era. Cuando regresó del Gulag donde había sobrevivido a dos cánceres abdominales, volvieron a casarse pero él había descubierto la fe ortodoxa y ella seguía siendo una comunista acérrima.

El salto de S. al cristianismo es prodigioso porque no tiene esperanzas en una redención terrenal sino que toma la desolación de las almas muertas y su sufrimiento como fuente de fe que da justificación a la existencia. Paradójico que Natalya fuera una consumista y su marido un asceta que rechazaba cualquier comodidad. Se volvieron a divorciar y él se casó con otra matemática que le dio tres hijos que han salido superdotados. Es un nacionalista ruso, reprocha a los judíos su protagonismo durante la revolución soviética y defiende la indefendible causa de la Gran Serbia, pese a Srbrenica y otras atrocidades. Ya está muy mayor. Su obra mejor la cinceló sobre sí mismo resucitando el alma muerta del Gulag al cristianismo partiendo del ateísmo militante. Dios en los infiernos. 

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