Una solitaria pancarta en la
playa carioca de Copacabana y unas escasas pegatinas en algunos quioscos de
periódicos o en las lunetas de los automóviles con la leyenda "Tancredo,
já" saludan al próximo presidente de la República Federativa de Brasil.
Ante la desolación del ambiente electoral, el cronista recibe una adecuada y
merecida respuesta: "¿Ambiente electoral? ¿Por qué tenía que haberlo? En
Brasil no hay elecciones: lo único que ocurre es que 600 señores, el próximo
día 15, se van a reunir en Brasilia para elegir a Tancredo Neves presidente de
la República; eso es todo".
Río de Janeiro se apresta
para organizar y radiotelevisar a todo el país el festival-monstruo Rock in Rio que se inaugurará el próximo viernes y
durará 10 días con la participación de figuras y conjuntos como Rod Stewart,
Ozzy Osbourne, Quenn o el grupo español Barón Rojo (Barao Vermelho); fiesta
lúdica y acaso depravada, de la que según sus organizadores ya daba cuenta
Nostradamus en sus profecías anunciando que un gran acontecimiento disiparía a
la juventud a comienzos de este año y en esta parte del mundo.Los informativos
de la televisión dedican amplios espacios a entrevistar a sociólogos y jueces
de menores, sobre las consecuencias previsibles de 10 días de rockjunto a las playas
cariocas, entre imágenes del presidente, general Joáo Baptista Figueiredo,
saludable, firmando decretos desde su cama del hospital Sáo José de Río de
Janeiro donde ha sido operado de una lesión de disco.
No se hace la menor
especulación sobre el resultado de las votaciones del colegio electoral formado
por los senadores, los diputados federales y los delegados de los Parlamentos
de los Estados. Cuando en la mañana del martes 344 miembros del colegio
electoral reúnan el Congreso de Brasilia, y -la mitad más uno- hayan votado por
el ex gobernador de Minas Gerais y viejo político Tancredo Neves (74 años),
candidato de la opositora Alianza Democrática, el pueblo brasileño disparará
las sirenas de sus fábricas y hará sonar las bocinas de los vehículos para
saludar el comienzo del fin de la dictadura militar instaurada en 1964; en Río
se echarán inmediatamente a la calle las escuelas de samba, que ensayan para
los carnavales de marzo.
Tancredo Neves, en Brasilia
redacta su discurso presidencial al país, y el desmoronamiento del partido
oficialista y del candidato Paulo Maluf es tal que se revela hasta en los
gestos protocolarios del presidente Figueiredo: recibió inmediatamente a Neves
en su hospital carioca e hizo esperar horas a Maluf so pretexto de estar
recibiendo informes de sus ministros.
División gubernamental
El partido gubernamental PDS
se encuentra dividido al menos en tres fracciones de las que sólo una sigue
disciplinada a Paulo Maluf, las otras dos corrientes votarán el martes una en
blanco y otra directamente por Tancredo Neves sin abandonar el partido. En la
misma forma en que Neves, un avezado pragmático de la política cuyas últimas
intenciones siempre son un misterio no por secretismo sino por su arte de
ceñirse a los vientos, logró un amplio consenso corno candidato de la oposición
moderada y posibilista, Maluf, símbolo de la corrupción política nacional más
descarada, no ha generado otra cosa que rechazos.Conociendo la desenvoltura de
Figueiredo -un general-presidente nada banal- cabe suponer que desde la propia
cúpula del Estado se ha procurado una salida escalonada de la dictadura que
sólo encontraría legitimidad si es efectuada por la oposición y no por el
oficialismo.
Tancredo Neves tendrá que
proceder -así lo ha prometido- a la convocatoria de una asamblea constituyente
que dote al Brasil de una Constitución democrática, tras la aprobación de la
cual convocaría a elecciones presidenciales directas entre los dos y los cuatro
años de su mandato presidencial de seis. Maluf mismo ha suscrito las
intenciones opositoras.
Además, éstas son las
condiciones que cimentan la elección de Neves; el propio gobernador socialista
de Río de Janeiro, Leonel Brizola, no se cansa de repetir que esta elección es
una designación y que es ilegítima, por más que la apoye. El inmenso peso de
los problemas sociales que aplastan al país -miseria infrahumana junto a riquezas
suntuarias y hasta extravagantes, corrupción y venalidad institucional,
violencia social- sólo otorgan a Tancredo Neves un respaldo interino mientras
continúe prometiendo unas elecciones directas que son la esperanza de los
desposeídos de esta tierra.
El 40% de la última recluta
militar hubo de ser rechazado por defectos físicos o psicológicos fruto de las
privaciones. 40.000 flagelados por las periódicas sequías del noreste amenazan
con el asalto a los almacenes de alimentos en su peregrinar de decenios hacia
las costas atlánticas. En el noreste ya ha aparecido una subraza derivada de la
infraalimentación durante generaciones y hasta los propios militares promueven
el control de la natalidad ante las alteraciones genéticas del hambre.
Por lo demás, el país
aguarda el advenimiento de Tancredo Neves en la más absoluta calma, acaso sólo
molesto por la obligatoriedad del cinturón de seguridad para los automovilistas
y la entrada en vigor el lunes de las reformas del Código Penal que pretenden
detener el crecimiento de la rapiña callejera. De las responsabilidades
militares por la represión en 20 años de dictadura ni se habla. Han sido muy
claros: "Si procesan a un cabo tomaremos de nuevo el poder". Los
plazos inmediatos tampoco ofrecen ninguna duda: el 11 Rock in Río y el 15 Neves presidente .
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