24/8/06

El botín bien vale una cárcel (24-8-2006)

Yo creí que el primero que iba a acabar diciendo la verdad era el ex ministro del Interior, José Barrionuevo, por presiones familiares y por lo dolido que estaba con Felipe González. ¡Aquel libro de memorias en el que Barrionuevo equivocaba la fecha en que tuvo conocimiento del secuestro de Segundo Marey, y que prologó Felipe tan a última hora que tuvieron que embucharlo como separata de quita y pon! Finalmente el último de la cuerda de presos, Vera, ex secretario de Estado para la Seguridad, ha sido el que ha obtenido más réditos por su silencio. Como en toda mafia nadie se arrepiente de la omertá. Condenado a 17 años, una pena leve, por secuestro y malversación de fondos públicos, sólo acabará cumpliendo, si la fiscalía no recurre, 26 meses de cárcel. Y el perillán no sólo no se arrepiente de sus delitos sino que alardea de ser una víctima política, y no da noticia de los 645 millones de pesetas de los fondos reservados de Interior con los que se autopremió. Al menos Rodríguez Colorado, ex director general de la Policía, devolvió los 100 millones de pesetas que tenía en la isla de Man. Menuda banda aquella; cuando José Antonio Asunción tomó posesión del Ministerio, encontró los cajones de los despachos llenos de fajos de dinero.

Le llamaban el gitano y le rondan presuntas responsabilidades en intentos de destrucción de imagen, asesinatos civiles a la postre. Está deprimido, dicen; no se corresponde con el fenotipo. Pero tampoco es raro que la prisión deprima. Eso, si no se cura, al menos se controla con psicofármacos. Que le den ansiolíticos. Y en todo caso que concedan beneficios penitenciarios extraordinarios a los miles de presos que están más deprimidos que él y a los que no espera un botín a las puertas de la cárcel. No me vendo barato, pero por 645 millones de pesetas a cambio de 26 meses, lo firmo: aprendo un idioma o hago un máster en informática. Y ni siquiera me lame el lobo de la depresión. Estarán tomando nota los malayos de Marbella. La mujer de Roca dice en la peluquería que no les han quitado ni una cuarta parte de lo que tienen. No se pudrirán en la cárcel, y como el sistema judicial español se olvida tan a menudo de la necesidad de restituir lo robado, seguirán viviendo como horteras fastuosos de las cuentas secretas en Gibraltar.

Aducen los socialistas que por aquellos desmanes ya pagaron el precio político de perder unas elecciones. Precio barato para volver a gobernar en ocho años. La realidad es que el único pato a la naranja de aquellos desafueros ha sido Luis Roldán, y ni siquiera se persigue a Fernando Paesa que robó a un ladrón. Lo de Vera es incitar a la malversación.

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