En un parlamento apenas legible sostuvo el presidente
que la respuesta israelí a las agresiones del Partido de Dios debía ser
proporcionada o equitativa; algo así como un muerto de Hizbulá por cada muerto
israelí. ZP rescata así la Ley del Talión, que fue progresista en sus tiempos
porque evitaba que toda una tribu fuese asesinada por albergar a un solo
criminal. Ojo por ojo, diente por diente. Aquello fue superado por las
agresiones militares modernas y ya sólo es pasto de etnólogos. Después de una
insólita visita de Moratinos a Damasco, que es la ubre de que se amamanta
Hizbulá, la vicepresidenta nos ha comunicado, desde sus soledades andinas, que
España está liderando un camino de paz para este conflicto. Sí, y ella es
Condolezza. A nuestra doña le habrá afectado el soroche, el apunamiento, el mal
de las alturas y se ha pasado de té de coca. Con tan deterioradas relaciones
con Estados Unidos e Israel, España no tiene nada que liderar pese al hocico de
nuestros políticos.
La progresía supone que un mal día Israel se levantó mal dormido y con dolor de cabeza y decidió bombardear el Líbano. No es exactamente así. Israel se retiró hace años del Líbano atendiendo una resolución de Naciones Unidas que se contrapeaba con la ocupación de su frontera por un Ejército libanés de cartón piedra y el desarme de Hizbulá, un ejército de Pancho Villa armado con lanzaderas de cohetes. En este tiempo 300.000 israelíes, que son muchos para una población de seis millones, han abandonado la frontera hacia el centro del país por miedo a los katiusas. No sólo los libaneses tienen refugiados. Un choque terrestre con dos soldados secuestrados reventó una larga paciencia israelí.
Hizbulá (chiítas libaneses) tiene un programa muy sencillo: destruir el Estado israelí, degollar a todos sus habitantes y arrojar los cuerpos al Mediterráneo. Con pleno apoyo sirio-iraní. Sólo dos días antes de la visita de Moratinos a Siria para hacer el pavo, el ministro de Defensa de Damasco afirmó públicamente que el problema se resolvería si cada uno de los cientos de millones de musulmanes del mundo asesinara a un judío. Muerto el perro se acabó la rabia.
Las víctimas colaterales de la ofensiva israelí son inevitables mientras Hizbulá se embosque en los barrios chiítas. En España, como no tenemos complejo de Holocausto tendemos a demonizar a Israel sin entender que ellos también tienen miedo, que entierran a sus muertos y que viven rodeados de ayatolás fundamentalistas que piden sangre, mientras el primer ministro de Irán niega la matanza nazi. No podemos obligarles a que pongan el cuello otra vez.
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