29/8/06

«… y 40 años de vacaciones» (29-8-2006)

En el sondeo demoscópico que está publicando EL MUNDO sobre los comportamientos ante el franquismo aparecen yacimientos mentales tan interesantes como el de Atapuerca. Así, que una mayoría de españoles se crea que el Partido Socialista llevó el peso de la lucha contra la dictadura. Resistencia hubo poca, pero la palma se la llevaría el Partido Comunista, desde el principio. Partisanos invadieron en 1945 el Valle de Arán en procura de un alzamiento interior, y tuvo que ser el propio Santiago Carrillo en persona quien les sacara a gritos de allí. Carrillo entonces estaba muy lejos de desvariar como ahora. Indalecio Prieto evacuó por mar a los maquis socialistas. El Partido Socialista se dedicó a hacer política internacional desde un fantasmal Gobierno en el exilio y los sacrificados del PC bregaron dentro, fundaron el sindicato Comisiones Obreras y sufrieron la mayor represión. No evitaron que el dictador se muriera en la cama pero fueron omnipresentes: si en aquellos años de esparto querías hacer oposición tenías que pasar por algún partido comunista, que los hubo como sapos tras la lluvia, porque al PS no le encontrabas ni en el Ateneo de Madrid. Muerto Franco, pero con todo su aparato represor en marcha, oías por la radio de la policía en días de manifestación: «No detengan a Felipe González; bajo ninguna circunstancia detengan a Felipe González».

El PS de Zapatero quiere hacerse con una infantil reputación antifranquista descabalgando a Franco y sus símbolos. Es un asunto ancilar que no tiene morbo y debe interesar a muy pocos. Creo haber dado cuenta alguna vez de la inteligencia de los húngaros, que han desmontado todas las estatuas del sovietismo creando un parque de figuras en Budapest (en Pest), que aparece en las guías de turismo y al que le sacan alguna rentabilidad porque te cobran la entrada y en un chiringuito te venden camisetas del Che o relojes rusos desvencijados. No hay revanchismo; hay cachondeo. Zapatero podría hacerse un corral con las estatuas ecuestres de Franco, como caballería de plomo, si no fuera porque todas son de grosera factura y siempre el rechoncho caballero (el teniente general Queipo de Llano le llamó siempre Paca, la culona) queda menoscabado por el caballo. Felipe no movió una estatua y eso que le votamos para 14 años; no hacía falta ni había que exorcizar al de El Ferrol. Para satisfacer al PC o a ERC, tan puntillosos con las más tontunas formas, Zapatero se está haciendo el almacén de bronce que servirá para hacerle a él una estatua cuando le otorguen el Premio Nobel de la Paz, que está al caer en cuanto termine de rebasar a ETA por la izquierda.

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