9/9/06

Rajoy, a la guerra (9-9-2006)

Mariano Rajoy se partió de joven la cara (literalmente) en una accidente de automóvil, y decidió embarbarse para emboscar las cicatrices. Pero pese a su brillantez parlamentaria, la cara se la vuelve a partir cualquier Demóstenes como Pepiño Blanco o un Castelar como el ex ministro Montilla que habla por onomatopeyas. Es como un púgil empeñado en respetar el reglamento mientras su contrincante (Zapatero) da patadas en las espinillas y en los bajos. Le falta a Rajoy la desvergüenza y el instinto asesino de sus adversarios. Debería huir del chantaje sobre la última guerra de Irak que el Partido Socialista utilizará como berbiquí hasta que se enfríe el infierno. En la foto de las Azores aparecieron tres, menos el primer ministro portugués, y 50 naciones, incluido el Japón, que participaron en una ofensiva finalmente sancionada por Naciones Unidas. Nada nos puede avergonzar de haber llevado a juicio a Sadam Hussein. Sólo la progresía gubernamental española anatematiza aquella guerra.

Rajoy te entusiasma hablando y te deprime votando. ¿Quién le ha dicho al PP que tenemos que intervenir en el Líbano? Es una misión incierta: desactivar minas y cubrir la frontera sur sirio-libanesa por donde pasa el abastecimiento bélico de Hizbulá que ha jaleado públicamente el 11-M. No nos quieren ni los israelíes a los que torpemente ha vejado el Gobierno español. Todo quedará igual pero con tropas de interposición. Una misión eterna hasta que al dios del tiempo se le pelen las barbas y se le rompa el reloj de arena o la clepsidra.

El PP debería haber votado en solitario contra la intervención en el Líbano (o al menos haberse abstenido), aunque sólo fuera por remover el espeso caldo parlamentario. Haber dejado al PSOE votar a favor de Kofi Annan, nepotista, corrupto y consentidor de las matanzas en los grandes lagos africanos. Las NNUU no son el Espíritu Santo de las relaciones internacionales. Los 10 millones de votantes del PP lo hubieran entendido porque no son belicistas como supone Pedro Arriola. Si las cosas salen mal (Dios no lo quiera) Zapatero dispondrá de un cheque en blanco firmado por el PP y por el que no le han dado ni las gracias salvo algún antirreglamentario golpe en las gónadas.

El sentido del Estado ciega a Mariano Rajoy. Por el Estado se han cometido crímenes recientes y no es un camino de perfección sino de delincuencia remunerada. No es un asunto de Estado enviar contingentes al Líbano, ni nuestra negativa va a enojar a Chirac, el único amigo decadente que le queda a Zapatero en Europa. Tampoco serviremos de nada no pudiendo desarmar a Hizbulá. Vamos de convidados de piedra. ¿Por qué avala Rajoy este desatino que ni contenta a su propio electorado? Rajoy se vuelve a ir a la guerra, pero con mi voto no parte ni un solo soldado. Si regresan bolsas negras, que le pregunten también al carapartida.

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