19/10/06

El dilema de los presos (19-10-2006)

De Juana Chaos ha falsificado su huelga de hambre con jamón de york, miel, pan bimbo, azúcar y otras dietas porque no quería morir ni por la causa vasca, y sabe el truhán que nunca cumplirá íntegramente sus penas y le quedará tiempo para disfrutar de la vida y escupir sobre sus víctimas. Una riada de magistrados y fiscales, desaguada por Zapatero, hace ingeniería penitenciaria sobre los chacales presos porque no terminará en nada el proceso de paz sin excarcelaciones indiscriminadas. La paz de Adolfo Suárez con los polimilis (Rosón, Onaindía, Bandrés) será más precedente que los acuerdos del Ulster.

Entonces la partición de ETA costó excarcelaciones para todos los que renunciaban a las armas, tuvieran o no delitos de sangre y aunque no se hubieran arrepentido de nada. La sociedad fue muy generosa pero entonces estábamos esperando el golpe de Estado que indefectiblemente se produjo. Ahora la Nación corre bastantes peligros pero no el de un sable militar; las víctimas del terrorismo, antaño amedrentadas, hoy hacen oír su voz, y la opinión pública en general rechaza excarcelar a asesinos en serie. Cuando Zapatero dé el visto bueno al traslado a Euskadi de los presos etarras, hasta resucitará aquella COPEL (Coordinadora de Presos en Lucha) preguntándose que por qué se libera a un monstruo sanguinario como el falso huelguista, y no a un desgraciado social, a un orillero que pena por trapichear con droga.

Se nos pide generosidad y alteza de miras para lo que será una amnistía encubierta, por ilegal. Tales virtudes las vienen desarrollando con largueza las víctimas del terror. Ni aún teniendo a los asesinos viviendo debajo de su casa se ha tomado nadie la justicia por su mano, ni en un frenesí. Sólo al partido socialista de Zapatero le dio por asesinar etarras o al que pasaba por allí. Parecidas argucias le aplicaron a Hebe de Bonafini, presidenta de las Madres de Plaza de Mayo (dos hijos desaparecidos). «¿Por qué no perdona usted a los asesinos como el Papa ha perdonado a Ali Agca?». Respondió: «Cuando estén en la cárcel purgando sus crímenes, iré a visitarlos y perdonarlos».

Algunos, que podemos ser mayoría, no queremos perdonar si ellos no cumplen su pena, porque el perdón es un trato del alma, no una decisión administrativa. Éste es un dilema que ni Zapatero ni sus chamanes podrán resolver ni aunque logren los imposibles de Navarra y la autodeterminación. Se van a hartar de manifestaciones porque por cada excarcelación habrá una. La fractura social la tienen servida de antemano.

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