28/8/07

Teresa de Calcuta (28-8-2007)

El recepcionista de un diario me preguntó por el intercomunicador si podía subir a verme la viuda de Salvador Allende, quien pedía audiencia. Salté por las escaleras para acompañarla a mi despachito. Intervino el azar; a la media hora volvía a llamar la recepción avisando la presencia del sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal, poeta y ex ministro sandinista de Cultura. Volví a bajar a por él, que se sumó a un abrazo con Tencha mientras fogoneaban los fotógrafos.

El director de la publicación me preguntó si era adecuado recibirles y hube de morderme la lengua. La viuda de Allende era atea, y aunque apartado de la Iglesia no creo que Cardenal haya llegado a tanto. Juan Pablo II le abroncó en público en Managua exigiendo obediencia y el cura guerrillero se arrodilló.

Ahora, está a las greñas con el matrimonio presidencial Ortega, a los que imputa desacreditarle para hurtarle el Nobel de literatura. Nuevamente el azar y la necesidad. Violeta Chamorro, viuda del editor asesinado por Somoza, ultracatólica, gobernaba desde una mesa cubierta por estampas de santos.

Daniel Ortega no es tan huevón como suponía Felipe González y ha vuelto al poder rescatando su perdido catolicismo y yendo a misa, aunque le siguen gobernando sus sucesivas mujeres. No son estos problemas de fe sino de acomodo o, en el mejor de los casos, hacer lo que dicta la conciencia. La fe o es un don selectivo y aristocrático o una alucinación que disforma la mente y a la que la Teología no ayuda en absoluto.

No disminuye la valía de Teresa de Jesús que la tuberculosis la provocara espejismos y delirios acústicos. Pero a la trotaconventos la trata la Iglesia como si hubiera levitado y el cine como si sufriera furor uterino con San Juan de la Cruz. Su mejor aspecto humano pasa a segundo plano, como si Dios estuviera celoso de los méritos de sus hijos. El Papa ha publicado la primera parte de su ensayo sobre Jesús que quiere dejar acabado en vida.

El libro no es infalible ni para los católicos, pero acaba siendo doctrinal, como no podía ser de otra manera en el más erudito (y conservador) teólogo de nuestros tiempos. En su patrística brilla el espíritu de San Pablo, hacedor de la Iglesia, por encima de la lectura llana de los evangelios. Será un éxito que leerán pocos fieles.

Lo que anuncia Time es la publicación de las cartas durante 60 años dirigidas por la beata Teresa de Calcuta a confesores y superiores, en las que durante décadas vivió una crisis religiosa que la llevó a no comprender la existencia de Dios. Bien beatificada fue, porque hace falta un alma grande para chapotear Calcuta, limpiada por los buitres de carne humana muerta, y no creer que algo sobrenatural gobierna este caos y nos recompensará en otra vida.

Ama y haz lo que quieras, dice el Cristo. Dios no existe pero me doy a la caridad. Esa es la religiosidad. Lo advirtió André Malraux: «El siglo XXI será religioso o no será».

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