25/5/06

Crema catalana (20-5-2006)

Una de las paradojas de la II GM es que Stalingrado fue una ciudad que Stalin no pensó defender ni Hitler conquistar. Cataluña se mueve en esa tembladera paradójica: un nuevo Estatut no estaba en la agenda de los partidos nacionalistas; la mayoría de la población catalana es ajena a esta especie de Constitución más o menos soviética que ha pergeñado la clase política local, y el impulso sostenido al embrollo lo dio Rodríguez Zapatero por razones que no se ha molestado en explicar, tal como suele. Los catalanes votan poco. Unos demoscópicos auguran para el 18 de junio una participación del 51%. ¡Corto me lo fiáis! Y si sobre tan baja participación no vota sí al menos el 80%, el Estatut no será un modelo de vigor. Afortunadamente, en España los referendos los gana siempre quien los convoca, como los de la OTAN o la inservible Constitución Europea, tan poco leída y peor explicada como el Estatuto. Los miedos cunden tanto en Barcelona que pensaron en el dislate de prolongar la votación o hacerla en dos días (acabarán propugnando el voto obligatorio) y Artur Mas cree que la victoria del Barça propiciará mayor participación popular en una suma voluntarista de peras con manzanas. ¡Qué tendrá que ver el fútbol con la reglamentación de la vida de los ciudadanos!

Sólo a los nervios es achacable el lema del PSC aludiendo a las supuestas maldades del PP. Inventan la propaganda negativa y alzapriman el poder del adversario. Otra maragallada. El mejor victimismo franquista campea de nuevo y criticar el Estatut es atacar a Cataluña, o a la Caixa, o a Banca Catalana o a Gas Natural: reflejos de la anti España, de la conjura judeo-masónica, del rencor universal contra la patria unida y próspera. Mientras la Generalitat enumera los envasados con productos no catalanes sacarán a pasear el boicot al comercio autonómico cuando allí los bodegueros son tan cucos que venden cava a granel que embotellan en Extremadura o La Rioja para incautos boicoteadores. Los españoles no boicoetean ni al Barça, como se acaba de demostrar.

Viene muy a cuento el discurso de José Ortega y Gasset en las Cortes republicanas constituyentes de 1931: «Yo sostengo que el problema catalán, como todos los parejos a él, que han existido y existen en otras naciones, es un problema que no se puede resolver, que sólo se pueden conllevar, y al decir esto, conste que significo con ello, no sólo que los demás españoles tenemos que conllevarnos con los catalanes, sino que los catalanes también tienen que conllevarse con los demás españoles». Seguimos en las mismas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario