Un día acudí a la embajada de España en Buenos Aires y
encontré la vereda llena de cristales. Pregunté al embajador: «¿Han apedreado
la embajada?». «No», replicó, «han venido unos amerindios y nos han devuelto
los espejitos que les regalamos hace 500 años». El indigenismo cabalga por la
cordillera andina hasta la América austral y no son sorprendentes las
afirmaciones del presidente boliviano, Evo Morales, sobre el expolio español de
lo que fuera colonia. El cerro Potosí (valer un potosí) fue horadado como un
hormiguero por esclavos y no queda plata ni para unos pendientes. Ningún país
europeo -ni la Bélgica de El Congo- se avergüenza de su colonialismo excepto
España. Durante los fastos sevillanos del 92 un preboste socialista llegó a
pedir públicamente perdón por la conquista, y no arremetió contra Pizarro (un
psicópata al que asesinaron los propios españoles) porque le tiraron de la
manga. Zapatero no conoce América (y Moratinos menos) y dice eso tan
sentimentaloide de que los populares hacían política exterior con los poderosos
(¿con quién, si no?) y el PSOE la hace con los pobres. Supongo que será inútil
insistir en que Bolivia no es un país pobre sino empobrecido por las
oligarquías criollas. El caso es que Zapatero no se habla con la América rica y
hace el ridículo enterneciéndose ante la América rapiñada por sus propios. Por
el Ministerio de Exteriores se pasea el fantasma de una inmensa ONG.
El indigenismo gobernante es tan hostil a España como a Estados Unidos, el tradicional pim-pam-pum del populismo iberoamericano.En las ruinas del Tiahuanaco (una civilización perdida), próximas al lago Titicaca, mujeres aymaras me apedrearon al oírme hablar español. Hay que entender que para el indigenismo no somos buenos ni como socios. El jersey colorista que Evo Morales trajo a Madrid no era una paletada, era una bandera, y ZP le recibió como al indiecito pobre y buenito. A Repsol-YPF no le van a dar ni agua y tanto les da la jurisprudencia internacional como la restricción de capitales que ya sufren. Todo lo achacan a la conquista y la colonia y creen que debemos devolverles lo que les quitamos a cambio de los espejitos y las cuentas de colores. No hay por qué condonar parcialmente la deuda externa que corrompidos gobiernos bolivianos no quisieron o no pudieron pagar, embolsándola la más de las veces. Y las ayudas a fondo perdido sólo deben serlo sobre proyectos educativos y humanitarios, concretos y auditados.Si Evo hace sus deberes, le bastarán los hidrocarburos para enderezar el país. Pero como Zapatero no ha estado allí, se cree Bartolomé de las Casas.
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