La Cámara Federal de Apelaciones en lo criminal resolvió ayer
dictar prisión preventiva rigurosa contra el teniente general Roberto Viola,
sucesor del general Jorge Videla en la presidencia de Argentina. Viola fue
interrogado durante nueve horas por la justicia civil -"la más larga
declaración tomada ahora a los triunviros militares"- y el tribunal
encontró indicios de responsabilidad del ex presidente en detenciones ilegales
y aplicación sistemática de torturas a los presos. Anteriormente había
declarado varias veces ante la justicia castrense, sin que el Consejo Supremo
de las Fuerzas Arrradas le encontrara merecedor de la menor caución
física.Viola ha quedado detenido en la céntrica Unidad Penal 22, de Buenos
Aires, junto a Videla y Emilio Masera. El ex presidente Leopoldo Galtieri y el
almirante Jorge Anaya también se encuentran en prisión preventiva rigurosa, a
disposición de la justicia militar, por presuntas responsabilidades en la
pérdida de la guerra de las Malvinas. El último presidente militar, el general
de división Reynaldo Bignone, se encuentra en libertad provisional, también
ante la justicia militar, por su supuesta responsabilidad en la desaparición de
tres soldados en el Colegio Militar de la Nación, cuando él dirigía aquel
centro.
El ex presidente
Viola acató la competencia de la Cámara Federal en su causa, al contrario que
el ex presidente Videla, y, al igual que el almirante Masera, expresó sus
reservas sobre el cambio de su juez natural -de lo militar a lo civil-,
salvaguardando su derecho de apelación por defecto de forma.
La justicia civil
está actuando con notable celeridad desde que la militar declarara su
impotencia para redactar los sumarios en los plazos legales establecidos. De
las tres juntas militares encausadas por el decreto 158 del Gobierno radical de
Raúl Alfonsín, sólo quedan en libertad los brigadieres del Aire Orlando Agosti,
Omar Graffigna y Basilio Lami Dozo, y el almirante Armando Lambruschini.
Al margen de
consideraciones de responsabilidad política y moral, los triunviros del arma
aérea tienen una relación menos mediata con la represión de la subversión.
Agosti quiere mover a compasión aduciendo problemas psiquiátricos, y Lami Dozo
se erige orgulloso como el único comandante en jefe que hizo combatir a su arma
en las Malvinas. Graffigna, -acaso el de situación más débil-, ya ha anunciado su
intención de recurrir, como Videla, reclamando un tribunal marcial.
Lambruschini será la pieza clave: una de sus hijas, de 16 años, fue asesinada
en un atentado terrorista con explosivos contra el domicilio del almirante.
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