La concesión del Premio
Nobel de Medicina -compartido- al bioquímico británico César Milstein era
comentada ayer doloridamente en Argentina. Milstein, casado y sin hijos, nació
en 1927 en Bahía Blanca, al sur de Buenos Aires, y en la universidad porteña
realizó sus estudios de bioquímica. Su historia es la de las demenciales
relaciones entre las sucesivas dictaduras militares argentinas y la Universidad
y la ciencia.El 28 de junio de 1966, el general Juan Carlos Onganía derroca al
presidente constitucional, el radical doctor Arturo Illía, aquel amable y
valeroso anciano que abandonaba dos veces por día su despacho en la Casa
Rosada, solo y sin escolta: en la mañana, para desmigar un panecillo a las
Palomas de plaza de Mayo, y en la tarde, para tomar un té.
El 29 de julio del mismo
año, el general Onganía, en lo que denominó "la revolución
argentina", intervino militarmente las universidades nacionales y disolvió
las facultades de Sociología y Psicología, prohibiendo la enseñanza y
aprendizaje de tales materias. En el mismo día se llevó a cabo la noche de los bastones largos. La Guardia de Infantería -tropas de
choque de la Policía Federal- tomó por asalto la facultad de Ciencias Exactas y
Naturales, apaleando y deteniendo a su claustro y arrasando laboratorios y
seminarios. Fue la primera demostración de las derivaciones culturales y
científicas de la "doctrina de seguridad nacional", importada desde
Estados Unidos por las dictaduras militares del Cono Sur latinoamericano. Y aún
se ignora -desaparecidos por decreto sociólogos y psicólogos- la razón de aquel
furor contra matemáticos, biólogos y bioquímicos.
El director y sus principales
colaboradores -entre ellos Milstein- del prestigioso Hospital de Virología
Malbran, de Buenos Aires, fueron despedidos bajo la acusación de comunistas.
César Milstein abandonó el país inmediatamente y, con la misma rapidez, a sus
39 años, fue contratado por el Medical Research Council Laboratory for
Molecular Biology, de Londres, donde ha desarrollado su trabajo. Poco después
de su llegada a Londres, solicitó y obtuvo la nacionalidad británica.
En 1973, tras las penúltimas
elecciones democráticas que dieron el triunfo a Perón a través de Héctor
Cámpora, regresó por dos semanas al país, sin encontrar el adecuado clima para
el retorno. En 1978 organizó, sin éxito, desde Londres un boicoteo contra el
Congreso Internacional del Cáncer, que llegó a celebrarse en Buenos Aires sin
que los científicos de todo el mundo cayeran en la cuenta de que en Argentina
estaban desapareciendo las personas por millares.
El pasado invierno austral
volvió brevemente a Buenos Aires para dictar una conferencia, y el presidente
Alfonsín, quien le recibió en audiencia privada, le rogó su regreso definitivo
al país. En Argentina, como en la mayoría de los países latinoamericanos,
impera el derecho de suelosobre
el derecho de sangre o la propia opción, y la nacionalidad
no es renunciable. Milstein declinó la oferta.
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