Existen los lapsus calami y hasta los errores de mayor o menor
envergadura frutos de la inhabilidad de un corresponsal o de dificultades
objetivas para obtener una información exacta.
No son estos los casos que
podrían justificar que este corresponsal, en su crónica del lunes, atribuyera
al ministro de Defensa uruguayo, Juan Vicente Chiarino, el rango de general y
el título de principal colaborador de la dictadura militar.
Juan Vicente Chiarino es una
de las figuras más respetables y respetadas de Uruguay, pais sobrado de ellas.
Líder de la democristiana Unión Cívica, se enfrentó a la dictadura activamente,
con energía insólita para sus años y con gran dureza.
En las históricas reuniones
entre militares y políticos en el parque
hotel y en el Club Naval de
Montevideo, Chiarino, aún bajo la dictadura y sin ninguna seguridad de que la
democracia sería finalmente restaurada a corto plazo, siempre fue el que llegó
más allá que sus colegas en la exposición de las más crueles verdades a los
uniformados.
Pese a sus diferencias
políticas con el partido triunfante en las elecciones -el Colorado-, el
presidente Sanguinetti le designo ministro de Defensa por su gran autoridad
moral, reconocida por todo el pueblo oriental incluidas sus fuerzas armadas.
Cualquier explicación
disculpatoria por parte de este corresponsal -que, además, conoce personalmente
al ministro Chiarino- resultaría banal ante la -magnitud del incalificable
error transmitido; por más que fuera, obviamente, involuntario.
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