Cerca de 70 millones de
brasileños elegirán hoy una Asamblea constituyente que elaborará la nueva
Constitución democrática. Éstas son las primeras elecciones directas que se
celebran en Brasil desde la retirada de la dictadura, en enero de 1985. La República
Federativa de Brasil avanza un paso más hacia su normalidad democrática,
desenganchando otro eslabón del tutelaje de una dictadura militar plenamente
efectiva entre 1964 y 1985.
Treinta y dos mil candidatos
de más de 30 partidos políticos pelean por los Gobiernos de 23 Estados, dos
tercios de un Senado de 72 miembros, 484 diputados federales y 953 diputados de
asambleas estatales.Las claves de estas elecciones residen en la composición de
la Cámara federal -que será constituyente- y en los Gobiernos de Río de Janeiro
y Sâo Paulo. La Cámara deberá redactar una nueva Constitución adaptable a las
necesidades de este país-continente, donde en el norte es invierno cuando en el
sur es verano, fuertemente descompensado en sus economías regionales y cuyo
desarrollo industrial se ha llevado a cabo a un coste social insufrible.
Así, la nueva Constitución
habrá de contemplar a largo plazo el protagonismo del Estado en la economía sin
dañar el arraigado federalismo, y a corto plazo, establecer el futuro del
actual presidente, José Sarney, líder civil político de la dictadura militar,
mediocre poeta, académico de la lengua y devenido en una suerte de Adolfo
Suárez brasileño de esta transición, admitiendo su actual mandato de seis años,
recortándolo, o convocando elecciones presidenciales directas tal como lo
reclamaba vehementemente la izquierda.
Por primera vez, unos ocho
millones de analfabetos censados adquieren el derecho del sufragio, y los sondeos
de opinión no calculan en más allá del 40% la tasa de los brasileños que saben
lo que implica elegir una Asamblea constituyente. No obstante, la intención de
voto se encuentra fuertemente decidida en favor del Partido del Movimiento
Democrático Brasileño (PMDB), liderado por Ulysses Guimarâes, coligado con el
Partido del Frente Liberal (PFL): desertores de la dictadura militar hacia esta
democracia negociada y capitaneados por el actual presidente y por el poderoso
jefe de su gabinete civil, Marco Maciel, cacique de Pernambuco.
'La tancredanza'
El PMDB y el PFL -demócratas
de toda la vida y demócratas de ocasión- gobiernan la República por un pacto
político muy alambicado -el que se llamó la
tancredanza- elaborado por
Tancredo Neves, presidente electo en enero de 1985 y fallecido de cáncer antes
de su toma de posesión.José Sarney, destinado sólo a ser un vicepresidente de
oropel, asumió la presidencia y demostró ser menos torpe de lo que se auguraba:
se erigió en líder político e implementó el Plan Cruzado, congelando precios y
salarios, estableciendo una nueva moneda y poniendo un precario dique a la
inflación.
Sarney, apoyado sobre sus
amigos del PFL, puede ver hoy recortadas sus influencias ante el avance
electoral del PMDB, nada satisfecho con esta consolidación predemocrática del
viejo colaborador de los militares. Por supuesto que Ulysses Guimarâes, en la
setentena, tiene prisas objetivas por alcanzar la presidencia de la República
en unas elecciones directas y que José Sarney pretende conservar su mandato de
seis años aduciendo que no hay que precipitarse y que la normalización política
brasileña puede convertirse en una primavera
de Praga.
Así, la batalla por el
Gobierno de Sâo Paulo -el gigante económico del país- se resolverá entre
António Erminio de Morâes, candidato páulico de Sarney, y Orestes Quercia,
postulado por el PMDB. Querella interna entre las dos alas del Gobierno.
El Gobierno de Río de
Janeiro -la antigua capital, el
tambor de Brasil- es otra
cosa: el sociólogo WeIlington Moreira Franco, por el PMDB, compite con el
antropólogo Darey Ribeiro, del Partido Democrático Tragalhista y hombre del
legendario Leonel Brizzola, que no se presenta a la reelección del Gobierno
carioca.
Brizzola, acusado de
pretender ser una especie de Perón con samba y con mulatas, es el primer
aspirante desde la izquierda a unas futuras elecciones presidenciales directas.
Sarney le ha dado con todo, volcando en la campaña carioca a numerosos
ministros de su Gabinete y negando las acusaciones de aquél de estar siendo
ahogado económicamente por el Gobierno federal de Brasilia.
Debate económico
Obviamente, el Plan Cruzado
y sus primeros y dudosos resultados han constituido el eje de la campaña para
estas elecciones. Su autor, el ministro de Hacienda, Dilson Funaro, ya ha
admitido que habrá que remodelarlo no más allá de febrero del próximo año. Por
una parte, el aumento del consumo interno ha provocado el des abastecimiento, y
por otra, la especulación monetaria ha disparado la brecha cambiaria entre el
dólar oficial y el dólar negro hasta el ciento por ciento.Pero sea
como fuere, el caso y la ocasión son buenas: el gigante suramericano, tan poco
acostumbrado a ello, vota hoy obligatoriamente y en libertad a sus senadores,
diputados y gobernadores. Una nueva Constitución democrática está esperando.
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