7/5/07

Hacia el apoliticismo (7-5-2007)

El Centro de Investigaciones Sociológicas es un ente gubernamental, tal como la Comisión Nacional del Mercado de Valores, la Fiscalía General del Estado, RTVE, el grupo Prisa y hasta la Cruz Roja Española. El Estado es un gran parque temático en el que el Gobierno cobra la entrada y decide qué atracciones funcionan. El CIS tiene a su favor el tener que hacer de la necesidad virtud porque no puede dar un pucherazo demoscópico sin alejarse demasiado de los sondeos de opinión de las empresas privadas. Así pues el terrorismo es la principal preocupación de los españoles, lo que obliga a un destripamiento de la encuesta.

ETA lleva años sin matar (excepción de los desdichados de la T-4) porque no podía, dado que tenía más agujeros (Guardia Civil) que la bandera de Nápoles y sus comandos caían por racismos. ETA ha desactivado electoralmente la kale borroca y sólo mantiene el frente de la exacción a los empresarios. Hemos navegado por océanos de sangre y el baile de los porcentajes primaba el paro o la vivienda sobre el terrorismo. Será que preocupa más el terrorismo islamista o que las cesiones gubernamentales al terrorismo nacional presagian un horizonte de chatarra y desguace para España. Alguien ha dicho que el presidente cometió una locura negociando con ETA, pero si, además, la banda marca los tiempos, como está sucediendo, es que Zapatero está loco. Todas las plataformas políticas de ETA están a su servicio y están más contaminadas que una lechuga en Chernóbil, desde el legal Partido Comunista de las Tierras Vascas al proyecto de Acción Nacionalista Vasca absuelto por Garzón tras la lectura de un informe de la Guardia Civil al que faltaban 19 folios. Los batasunos regresarán a las instituciones tras este barullo de las listas más o menos limpias en el que se ha enredado Zapatero para salvar la cara aun a riesgo de perder el culo.

Tarde ha llegado a las encuestas la preocupación por la clase política, mentirosa y compulsiva y dada a un cohecho de alpargata. Hasta para robar hay que tener clase. ¿Qué es la política si no el arte de mentir deliberadamente?, se pregunta Voltaire en un discurso a la Academia francesa. Y el siempre adorado Stevenson constata que la política es, tal vez, la única profesión para la que no se considera necesaria ninguna preparación. Que se lo digan a Pepiño Blanco o a Montilla al frente de Cataluña. Gumersindo de Azcárate escribe que la profesión de político contrasta con todas las demás en que no la afecta la necesidad general a todas de estudio, trabajo y preparación. Que se lo cuenten al presidente del Congreso catalán, de profesión republicano y jardinero. Los clásicos y los intelectuales son inmisericordes con el ganado político y no es de extrañar que los españoles cada día voten menos (referendos catalán y andaluz) y se aburran ante los telediarios.

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