Admito que la fisonomía y la gestualidad son engañosas
entre los políticos, y que no se debe juzgar a Sarkozy por el belicoso
movimiento de sus brazos. Pero ¿qué hacían los presuntos vencedores dando botes
en el balcón de la sede del PP?
Ruiz-Gallardón se mostraba tan nervioso que parecía estar haciéndose pis, mientras Esperanza Aguirre saltaba poquito porque calzaba tacones. Entre ambos Mariano Rajoy forzaba una sonrisita de conejo preguntándose qué demonios hacía oficiando aquella misa tumultuaria.
¿Dónde está la victoria aplastante, el triunfo arrollador, el poderoso KO a los socialistas? Se revalidan los que ya estaban, y con más votos, como Madrid, capital y comunidad, Valencia con Camps y Rita Barberá, o Murcia, incluido el bastión de Lorca, pero todo eso no compensa las mayorías minoritarias en Navarra y Baleares.
Los socialistas no esperaban nada de Madrid desde que propugnaron como alcalde al espantavotos de Sebastián y a un profesional de la derrota y la traición de los propios como Simancas. Y hasta Pepiño Blanco tenía que saber que Carmen Alborch no iba a ser regidora de Valencia frente a la incombustible Rita Barberá sólo por haber sido ministra de Felipe González. Entre los socialistas no cunde el desánimo sino el cálculo más frío.
Ser la llave de la gobernación de Navarra compensa a los socialistas de las pérdidas sufridas, porque si durante años pasó por Cataluña, ahora la política española pasa por Pamplona. Cuando el bueno de Rajoy ofrece que gobierne la lista más votada denota su miedo a los actos que van a hacer las minorías socialistas, dispuestas a transar con el diablo. Cuando oferta un pacto de cuatro años para Navarra entre PP y los socialistas demuestra su temor a que el viejo reino caiga en el abertzalismo y en cuarta provincia vasca.
El regreso de ETA a las instituciones es un problema nacional que no molesta a los socialistas -que han hecho de porteros-, y descalabra todo el discurso antiterrorista del jefe popular.
La Acción Nacionalista Vasca va a administrar 1.000 millones de euros de nuestros impuestos municipales y autonómicos, a sumar a las exacciones etarras a los empresarios. ¿Dónde está el logro de los liberales, conservadores o los derechistas españoles en sus facciones de centro o neocon? Si ha sido victoria lo habrá sido pírrica, y si las elecciones fueron primarias o de primera vuelta no le garantizan nada al PP en las próximas generales.
Así, Ruiz-Gallardón (Bellido Dolfos) quiere por segunda vez ser segundo de Rajoy, pero no para ayudarle, como dice, sino para heredarle.
Ruiz-Gallardón se mostraba tan nervioso que parecía estar haciéndose pis, mientras Esperanza Aguirre saltaba poquito porque calzaba tacones. Entre ambos Mariano Rajoy forzaba una sonrisita de conejo preguntándose qué demonios hacía oficiando aquella misa tumultuaria.
¿Dónde está la victoria aplastante, el triunfo arrollador, el poderoso KO a los socialistas? Se revalidan los que ya estaban, y con más votos, como Madrid, capital y comunidad, Valencia con Camps y Rita Barberá, o Murcia, incluido el bastión de Lorca, pero todo eso no compensa las mayorías minoritarias en Navarra y Baleares.
Los socialistas no esperaban nada de Madrid desde que propugnaron como alcalde al espantavotos de Sebastián y a un profesional de la derrota y la traición de los propios como Simancas. Y hasta Pepiño Blanco tenía que saber que Carmen Alborch no iba a ser regidora de Valencia frente a la incombustible Rita Barberá sólo por haber sido ministra de Felipe González. Entre los socialistas no cunde el desánimo sino el cálculo más frío.
Ser la llave de la gobernación de Navarra compensa a los socialistas de las pérdidas sufridas, porque si durante años pasó por Cataluña, ahora la política española pasa por Pamplona. Cuando el bueno de Rajoy ofrece que gobierne la lista más votada denota su miedo a los actos que van a hacer las minorías socialistas, dispuestas a transar con el diablo. Cuando oferta un pacto de cuatro años para Navarra entre PP y los socialistas demuestra su temor a que el viejo reino caiga en el abertzalismo y en cuarta provincia vasca.
El regreso de ETA a las instituciones es un problema nacional que no molesta a los socialistas -que han hecho de porteros-, y descalabra todo el discurso antiterrorista del jefe popular.
La Acción Nacionalista Vasca va a administrar 1.000 millones de euros de nuestros impuestos municipales y autonómicos, a sumar a las exacciones etarras a los empresarios. ¿Dónde está el logro de los liberales, conservadores o los derechistas españoles en sus facciones de centro o neocon? Si ha sido victoria lo habrá sido pírrica, y si las elecciones fueron primarias o de primera vuelta no le garantizan nada al PP en las próximas generales.
Así, Ruiz-Gallardón (Bellido Dolfos) quiere por segunda vez ser segundo de Rajoy, pero no para ayudarle, como dice, sino para heredarle.
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