24/5/07

¿Un nuevo partido? (24-5-2007)

A mediados de los 80 era evidente el deshilachamiento de la Unión de Centro Democrático en banderías personalistas. No sabíamos que Adolfo Suárez acabaría dimitiendo ni que se daría un golpe de Estado militar, pero sí teníamos conocimiento de que una leucemia estaba matando a Joaquín Garrigues Walker, esperanza liberal para algunos desencantados. Un grupo de jóvenes indocumentados pusimos los ojos en el Partido Radical, en su populismo verde, en su capacidad para recoger los flecos sociales abandonados por los otros partidos o en su gamberrismo que sentaba en el Congreso italiano a la conocida Cicciolina, puta mediática.

Llamamos a Marco Panella, periodista, alto y grande, dado a las hemorragias verbales, convincente, muy atractivo para las mujeres («violencia, ni en la cama», les decía), ayatolá del radicalismo italiano y europeo, que vino raudo a nuestro socorro. Le organizamos una rueda de prensa y varias entrevistas individuales, un editorial favorable en un diario nacional (Radical: sí gracias) y una conferencia multitudinaria en el Ritz en la que predominaron las féminas. Fue una tormenta de verano que dejó la tierra tan seca como estaba y ante la ausencia de expectativas y dinero ni llegamos a constituir el PR español. Hubiera sido el partido por excelencia de los progres. Años después, estando Mario Conde en su apogeo, tenía a su asesor José Antonio Segurado cazando militantes, uno por uno, para un nuevo partido regeneracionista entre el PS y el PP, y todo acabó con el enjuiciamiento y condena del banquero a manos del juez ponente Ventura Pérez Mariño. Le está bien empleado por dar dinero ajeno a los socialistas.

Todos los españoles tenemos un nuevo partido en la carpeta porque llevamos años profundamente desencantados y cabreados con la clase política, pero los aparatos elefantiásicos partidarios, el cierre de las mangueras del dinero y la adscripción de los medios de comunicación a las posiciones preestablecidas sólo permiten éxitos como el de Ciudadanos, a caballo entre una sobredosis de nacionalismo y la astenia del PP. La plataforma vasca que se acaba de crear corre un peligro añadido: que construyan un socialismo B que termine pactando con el A de los mentirosos de Patxi López y Eguiguren. Es sensato que preconicen la igualdad entre las autonomías, pero improcedente el Estado federal que propugnan; se federa lo que está desunido, y aún no hemos llegado a tanto. Ave César: morituri te salutant.

 


 

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