2/7/07

De ‘pitufos’ (2-7-2007)

En las primeras elecciones democráticas el notario Blas Piñar, que quería ser el Le Pen español, obtuvo un escaño: el suyo. Y en los siguientes comicios la extrema derecha quedó como extraparlamentaria y no ha vuelto a levantar cabeza. Por eso, por un resto de pudor intelectual, los socialistas se refieren al PP como la derecha extrema, como si fuera lo mismo un torero valiente que un valiente torero. Amurallar al PP y dejarle solo es una endiablada estrategia para ordenarle a ganar por mayoría absoluta o permanecer indefinidamente en la oposición. A Mariano Rajoy no le hace falta Rodrigo Rato sino una carretada de pitufos con los que pactar si, como es previsible, obtiene una mayoría minoritaria dentro de un año.

El pitufo es un partido de diseño, de bolsillo, progresista del progreso personal, desideologizado, nacionalista de campanario y por tanto chauvinista: cuatro pelagatos en un carro. No me extraña que Jaume Matas deje la política para perderse en el enrarecido clima de Washington, donde el mejor amigo es una ameba, porque es cierto que tenemos un sistema electoral a dos vueltas: una en las urnas y otra en los despachos de los pitufos. No es democrático que la señora Munar pueda muñir un sextapartido en Baleares, donde el PP ha quedado a un escaño de la mayoría absoluta. Pitufería es la alianza navarra entre socialistas y Nafarroa Bai, los dos grandes perdedores de esas elecciones autonómicas, para bloquear la lista más votada del PP. Cuando haya elecciones generales nos volveremos a acordar de que hicimos la ley electoral para que el PNV siempre tuviera representación en el Congreso abriendo así el portón a los pitufos.

La pitufez depara situaciones surrealistas, como la que se acaba de dar en el municipio malagueño de Ardales, donde Izquierda Unida, sólo con mayoría minoritaria, ha dado calabazas a los socialistas para hacer pareja de hecho con Falange Auténtica, que tiene dos concejales. Hasta Blas Infante se habrá removido en su sepultura. ¡Los comunistas gobernando con los fascistas! ¡Marx y José Antonio Primo de Rivera! A la vista está que los ardaleses no necesitan de la memoria histórica que quieren avivar los socialistas porque tienen superado el cainismo que nos asoló. A Gaspar Llamazares se le habrá cortado el aliento.

La ley electoral alimenta el caciquismo municipal, el tráfico de influencias en los Parlamentos autonómicos y la representación en el Congreso de minorías raquíticas, pero muy ufanas, que agitan desafiantes la llavecita de la gobernabilidad de España: pitufos pero matones.

Para Rajoy el verdadero problema es que no tiene a nadie a su derecha y, a su izquierda, el abismo. Está forzado a lograr un pendulazo electoral o retirarse, aunque ahora lo niegue, porque una sopa de siglas de pitufos se le atragantará siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario