10/9/07

El candidato ninguneado (10-9-2007)

Mejor que no te hagan una encuesta de opinión pública porque comprobarás que ni tu perro está conforme con tu manera de hacer las cosas. Las querencias de la gente son muy volubles y aplastantes mayorías (83% y 71%) quieren que Rodrigo Rato y Alberto Ruiz-Gallardón acompañen a Mariano Rajoy en las listas electorales. Menos mal que Rato se ha ido a la vida privada, aunque Gallardón dará la tabarra hasta el final como niño sin chupete, porque en el trasfondo demoscópico se lee que el votante del PP preferiría a ambos como cabeza electoral antes que a Rajoy. Y es que don Mariano huele demasiado a 11-M y eso es recordar al novio muerto en la siguiente boda. Zaplana, Javier Arenas y, sobre todo, Angel Acebes recuerdan demasiado el furor de aquellos días de marzo y así ocupan los puestos de los menos valorados en el PP.

Peor sale parada la gestión opositora del PP: más del 75% la tienen entre muy mala y regular, dato nefasto porque se supone que criticar al que manda tiene siempre un rédito favorable. Nos encanta que pongan en un brete al Gobierno aunque lo hayamos votado, y fracasar en eso es síntoma de fallo multiorgánico. ¿Y qué ha hecho Mariano Rajoy para merecer esto a un plis-plas de las elecciones? Es un gallego que ejerce de tal, incluido el obligatorio sentido del humor galaico que se percibe erróneamente con el distanciamiento. Yo creo que la última vez que se cabreó fue cuando se partió la cara en un accidente de coche y de ahí su barba que oculta las cicatrices. Tiene una amplia experiencia en la administración del Estado a través de los ministerios que ha ejercido, al revés de Zapatero, que saltó con pértiga de diputado a presidente, limpio de polvo y paja intelectual. Rajoy es el hombre tranquilo de John Ford que sólo gallea si le espolonean mucho en las Cortes, pero no se sabe si en España se valora más la mesura que el maximalismo de los jabalíes parlamentarios.

Es más apetecible una legislatura templada con Rajoy en el Gobierno que la migraña de alboroto permanente del buenismo o demagogia de ZP o Pepe Blanco, que me temo no soporta ni Rubalcaba. La oferta incumplible de Manuel Chaves, presidente de Andalucía y del PS (y mira que se resistió a bajar al sur) de dar casa a los tresmileuristas, es una ofensa al sentido común, a la contabilidad nacional y a las necesidades de quienes serán burlados después de marzo.

Ni la ministra Trujillo (a la que va a emular la jovenzuela Carme Chacón) se hubieran atrevido a lo que será una prueba de la mamandarria socialista en todo su esplendor. Será que Rajoy resulta aburrido y ZP tiene una caja de pirotecnia para hiptonizar al personal.

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