24/9/07

Quemar al Rey (24-9-2007)

Como ha entrado el otoño empiezan a caer las banderas y las fotografías de los Reyes hacia su hoguera augural. Gerona es tierra irredenta y no se sabe qué les pasa a sus jacobinos tan emperrados en ponerle fuego a Don Juan Carlos y Doña Sofía. Esta iconoclastia no estaba en la agenda del nacionalismo independentista y ha brotado como una seta tras llover en el mantillo de un pinar. Levantando el puño y paseando retratos de Stalin no se sabe si quieren una república catalana u otra soviética y en toda España, porque ya se sabe que comunismo y nacionalismo no son solubles.

Vociferan los gritones gerundenses que los catalanes no tienen rey, lo que se puede interpretar como un lamento y una orfandad; es verdad: los catalanes nunca han tenido rey y a lo más que han llegado es al condado de Barcelona que es uno de los títulos de los monarcas españoles. Esta furiosa piromanía no afecta al monarquismo, que no existe ni como club social, y no merece la pena ser sacrificada en la Audiencia Nacional que no debe estampillar a mártires de guardarropía. No creo ni que el Rey esté molesto por esta manía inocua de reducirle a cenizas porque ya las ha pasado peores y con éxito. Son los dineros los que pueden herir a Don Juan Carlos, con el bla-bla de que tiene un patrimonio de 1.700 millones de euros, o el último libro de Luis Herrero sobre Adolfo Suárez en el que se escribe que éste pensaba pedir la abdicación al Rey por su extraña acumulación económica. Estas son cosas del petróleo saudí que también ayudó a Suárez cuando salió del Gobierno.

Referendos por la independencia en Cataluña, País Vasco o Galicia, además de ilegales se perderían para la causa. Por eso merece la pena moverle el trono al Rey aunque nunca se sienta en él. La guerra de las banderas es otra pata de este banco. La rojigualda sirvió para identificar buques amigos entre la bruma y la neblina. Es una enseña naval, y la Armada, en cada torrotito lucía la senyera. En cambio la ikurriña no es más que la bandera del Partido Nacionalista Vasco, aunque de tal copia sabiniana de la enseña británica se haya apoderado hasta ETA. Tampoco en este asunto hacer mártires inhabilitando a los alcaldes que no izan la bandera de todos y sí la ikurriña o la senyera con la estrella que sólo son parte de un todo.

España no se va a fraccionar aunque lo quiera Zapatero: no tiene carriles para eso. Y es que la balcanización perjudicaría seriamente los intereses de todos los españoles, incluidos los que no quieren serlo.


 

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