20/9/07

Escatología femenina (20-9-2007)

En Estados Unidos están desarrollando un acople a los televisores que mata los anuncios, les quita el sonido o los sustituye por imágenes sedantes. Por razones obvias no se comercializará jamás y seguirá siendo el televidente el que, autosofronizándose, desenchufe su cerebro de cada tanda publicitaria. He tenido el valor de ver, atender el segmento publicitario de un sólo día entre un poco antes y un poco después del telediario nocturno y he quedado pasmado de la misoginia galopante de los creativos que ya no creen en aquello de no hieras a una mujer ni con el pétalo de una flor y la ven crudamente como un cúmulo de desastres fisiológicos impropios para las delicadezas del amor. Enumero lo visto en tan pocos minutos.

Flatulencia.- Una pizpireta juega con un globo hinchado para ilustrarnos sobre las maldades de los gases junto a un varón inerte como si la cosa no fuera con él. Es ella la que se desabrocha el pantalón y muestra su barriguita hinchada, despejando el globo tras la ingestión de no sé qué fármaco. El hombre es compañero pero ajeno y la chica queda como un suero contra la lujuria.

Sequedad.- Ignoraba que tantas españolas sufrieran de sequedad vaginal, pero dos anuncios distintos ofrecen el ungüento amarillo. Los mensajes son sexualmente explícitos y resaltan las bondades de satisfacer al macho con un buen lubricante, como los coches. ¿Por qué no publicitan un talco para los cojones que también se secan en asperezas?

Hemorroides.- Tuve un director que las sufría y al interesarme por su estado me decía que eso se llevaba al proctólogo y no se comentaba nunca socialmente. La protagonista femenina comenta sus síntomas sin pudor y explica el beneficio milagrero, no de acudir al médico, sino de untarse salva sea la parte con un emplasto salvador. Ni una referencia masculina, a menos que nos acordemos de De Juana Chaos, que las padecía. Otra chica que en la vida real establecería menos relaciones que los gases nobles.

Estreñimiento.- No parece que haya hombres estreñidos porque este problema es motivo de conversación de señoras que muy gentilmente hablan de regularidad, de estar al día o de acudir al baño. Parece que esto, como los gases, también es motivo de prominencia ventral, y lo confianzudo del diálogo entre mujeres da que sospechar que el estreñimiento es otra pandemia femenina. Por el otro lado, un zorromacho puede oler a pis, pero una mujer necesita desodorantes especiales y dodotis para las pérdidas de orina.

Todos estos horrores publicitarios se completan en una hora con dolor de piernas, dentaduras postizas, depilaciones varias (como si los hombres no se depilaran), talones agrietados (los varones se los lijan) y cirugías sólo para féminas. Un extraterrestre pensaría que el hombre es perfecto y la mujer una permanente mutante fisiológica. Un día de éstos pretenderán ofrecer soluciones prostáticas a las señoras, que deberían rechazar esta publicidad vergonzosa que las trata como a reses, acudiendo a la facilidad del médico o el farmacéutico, que no las humillan. 

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