12/2/84

El Congreso argentino aprobó ayer la ley sindical en una tumultuosa sesión (12-2-1984)

El Congreso argentino aprobó en la madrugada de ayer, tras una maratoniana y tumultuosa sesión, el proyecto de ley sindical presentado por el Gobierno, tendente a lograr la democratización de los gremios y la representatividad de las minorías sindicales, frente al hegemonismo peronista. Previamente, unas 10.000 personas convocadas por la CGT (Confederación General del Trabajo) y el Partido Justicialista se manifestaron frente al Congreso, para repudiar el proyecto e insultar ferozmente al Gobierno.

El Congreso de los Diputados, gracias a la increíble tolerancia de su presidente, el radical Juan Carlos Pugliese, devino en una cancha de fútbol. Durante casi toda la sesión del viernes fueron constantes las interrupciones a los oradores radicales mediante cánticos, eslóganes insultantes, gritos desaforados y hasta intervenciones espontáneas desde los palcos.Afuera, el ambiente era del mismo tenor. Unas 10.000 personas convocadas por la CGT y el partido de Perón se concentraron frente a la fachada de la Cámara insultando al ministro de Trabajo, Antonio Mucci, y entonando hasta la ronquera el "¡Se va a acabar, se va a acabar, la dictadura radical!". No obstante, la manifestación fue la más pequeña de las celebradas en Buenos Aires frente al Congreso en los últimos 12 meses, e hizo innecesario el aparatoso despliegue policial.

Ante el fracaso de la convocatoria, que se esperaba multitudinaria, para presionar sobre los congresistas, Herminio Iglesias, caudillo del peronismo bonaerense, entró al hemiciclo amparado por 50 guardaespaldas y forzando la seguridad interna del Congreso. Levantando victorioso los brazos para saludar a los peronistas que colmaban las tribunas, descubrió bajo su chaqueta una pistola. Ante la evidencia de que personas armadas habían violado la Cámara, su presidente ordenó el desalojo del público entre puñetazos y carreras que arrasaron el saldo de dos radicales heridos y una señora privada de su bolso.

A las seis de la madrugada del sábado, y mientras lánguidos grupos de peronistas recorrían el fin de semana porteño tocando sus bombos y lanzando epítetos frente a la Casa Rosada, el proyecto de ley radical fue sometido a votación y aprobado. Deberá ser votado también por el Senado, en el que los radicales se encuentran en minoría, y, sin duda, el Gobierno habrá de modificar partes sustanciales de su texto para lograr en la Cámara Alta el apoyo de los pequeños partidos.

La ley sindical radical prevé una normalización de los sindicatos intervenidos por la dictadura militar, tan purista en su intento democratizador que establece una sanción de medio día de jornal al trabajador que no vote en las elecciones internas de su gremio, y otorga representación proporcional a las minorías, además de garantizar mediante la intervención de la justicia la limpieza de los comicios y la correcta administración de los ingentes fondos gremiales.

El peronismo ve en esta ley el comienzo del fin de su hegemonía

No hay comentarios:

Publicar un comentario