El Consejo Supremo de las
Fuerzas Armadas determinó ayer imponer la prisión preventiva rigurosa para el
general y ex presidente argentino, Leopoldo Galtieri. Medida similar se espera
que sea aplicada al almirante Anaya. Se supone que la decisión, al menos en el
caso de Galtieri, presagia que sea aplicada la pena máxima.Por otro lado, el
comandante jefe de Instrucción de la fuerza aérea argentina, brigadier general
Alberto Simari, recientemente nombrado para el cargo, puede ser destituido o
puesto bajo arresto disciplinario tras un incidente en el que ha aflorado la
profunda división, e incluso antipatía, entre las fuerzas armadas argentinas.
La política militar del
Gobierno radical prevé una reducción de los presupuestos militares en un 30%
para 1985 y una reestructuración de las Fuerzas Armadas (los generales del
Ejército de Tierra han descendido de 66 a 18).
La primera reunión
interarmas para tratar el futuro del Ejército argentino, presidida por el general
Fernández Torres, jefe del Estado Mayor conjunto, terminó a los ponchazos, como dicen los argentinos. El
brigadier Simari se opuso en términos indescriptibles a la reducción
presupuestaria de la Aviación en favor de la Armada o el Ejército de Tierra.
Entre voces desaforadas,
Fernández Torres arrojó sus lentes al suelo, Simari abandonó la reunión y, ante
el respaldo que podría recibir de otros jefes de la Aviación, han tenido que
mediar el ministro Borrás y el propio presidente Alfonsín en lo que puede dar
lugar a una crisis en la aeronáutica argentina.
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