26/7/06

¡Ay, Pepiño Blanco! (22-7-2006)

La tragedia íntima del segundón es que casi nunca puede llegar a ser primero y carece de retroceso como los modernos cañones. Ha de tomar armas, como siempre, para sobrevivir al peso de la tierra y de la Iglesia. Pepiño Blanco (¿por qué le endilgaron el diminutivo sus compañeros gallegos?) me recuerda a Mister Bean, el caricato inglés cuyos vídeos te proyectan a menudo en los vuelos de larga duración. No por ese respingonamiento de la nariz, que da un estulto protagonismo a la cara (casi ninguno somos un Adonis), sino por su capacidad para hacer difíciles las cosas fáciles y enhiestarse después de satisfacción. Hay que considerar que si Pepiño anda enredado en primero de Derecho le falta tiempo para no abrocharse, cruzados, los cordones de los zapatos. Le recomendaría un foniatra ante su incapacidad para pronunciar consonantes intervocales, haciéndole decir eso de «corrutos» por corruptos, «ata» por acta, y no digamos «proseya» por prosopopeya. Que no se preocupe el galán: pronunció la erre peor que Enrique Múgica y este ha llegado a ministro y Defensor del Pueblo. Lo malo es que ciertas disfunciones verbales enuncian posibles alteraciones del discurso intelectual.

Sobre los sucesos del Líbano, el número dos del Partido Socialista o no se ha leído los papeles o tiene poca grasa en las ruedas dentadas cerebrales. Hizbulá es la única milicia armada del mundo que controla una frontera occidental; su objetivo explícito es la destrucción del Estado de Israel y el asesinato de todos sus habitantes; no pueblan campamentos militares sino que viven integrados en la sociedad libanesa, que hoy, otra vez más, sufre las consecuencias. Mientras Israel se retiró del Líbano hace años, las Naciones Unidas fueron incapaces de desarmar a Hizbulá, y los gobiernos de Beirut abandonaron esa frontera caliente. No hay nada más fácil que pedir la paz. Desde Kant, en este asunto, el más tonto hace relojes. Si Pepiño hubiera pedido la paz en 1944 le habríamos llamado con razón nazi-fascista. Ahora, indocumentado. Mariano Rajoy, con mala leche, le tilda de «intelectual».

A lo mejor Pepiño se ha desbravado acusando a Israel de un Holocausto al revés, para tapar que el matrimonio Zapatero estaba de compras en Londres para comprarles bragas a las niñas, mientras ardían Beirut, Tiro y Sidón. Para analizar hay que matizar y Pepiño parece El koala queriendo hacer un «corrá». Hay que parar a los israelíes pero no a cañonazos verbales y con faltas de ortografía.

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