La democracia sin adjetivos (orgánica, popular, bolivariana…) es un
sistema imperfecto pero que permite a cualquiera conformar un partido y
presentarse al escrutinio de la sociedad. La plataforma de Podemos está en
derecho de trepar sobre circunstancias adversas y aspirar a darle la vuelta al
país como si fuera un calcetín. Pero no
sobrevaloremos a esta alegre muchachada de PNN de la Complutense cuyas
propuestas tienen más agujeros que la bandera de Nápoles. Las europeas son
elecciones ancilares, y el benefactor Ruíz-Mateos llegó a obtener la mitad de
votos que Pablo Iglesias. Hay televisoras que consideran que estos chicos son
negocio y parece que los tienen en plantilla, pero Belén Esteban, designada
“Princesa del pueblo” por Paolo Vasile, tiene más “share” que estos caballeros
que han descubierto tardíamente la lucha de clases, y si la hicieran un
programa reivindicativo para analfabetos funcionales nos daría un susto
electoral. El Politburó de Podemos no es tan inteligente como predican sus
abducidos o hipnotizados adversarios, sino una conjunción de listos oportunistas, hábiles publicistas,
agresivos comerciales que venden crecepelo garantizando a los calvos la coleta
del líder carismático que se ajusta el
pantalón sobre el pubis para parecer más alto y estilizado y se uniforma con la
camisa blanca de los peronistas. Estos
jóvenes han hecho un estudio de mercado sobre una nación agobiada por una
crisis financiera internacional y ofrecen un viaje al castillo del mago de Oz.
La ecuación básica de la demagogia consiste en ofrecer pan a una masa famélica
aunque no dispongas de un obraje de
panadería. Da igual: te seguirán fervorosamente y sin preguntar nada.
Carecen de pensamiento coherente y repiten consignas como mantras de fácil
asimilación aunque no signifiquen nada: la casta, la puerta giratoria, el
salario básico universal, la deuda bajo sospecha y los impuestos progresivos
como bálsamo de fierabrás sin contemplar los daños colaterales. Aprovechando
que Marcos de Quinto ha ido a Atlanta
como jefe de marketing internacional, “Coca
Cola” haría bien en fichar a Pablo Iglesias porque vendería el brebaje
hasta en Corea del Norte. Podemos no puede romper el bipartidismo porque aunque
rebosen vaselina verbal no disimulan su marxismo leninismo, y los españoles no
parecen proclives a ser administrados por el socialismo real, de reciente e
infausto recuerdo en toda Europa. Repudian la Transición, una de las escasas ocasiones
históricas en que los españoles derrocharon grandeza, generosidad, repudiando
la confrontación civil. Aquella reforman quieren convertirla en ruptura sin
reparar en descalabros revanchistas. Las Constituciones más útiles duran
generaciones y hasta siglos con las enmiendas necesarias, como la de Estados
Unidos, decana de las escritas. Podemos quiere Cortes Constituyentes para
derribar todo lo costosamente edificado y hacer cambalache de la forma del
Estado o de su unidad. Los efectos negativos de la crisis duraran hasta 2.018
(la media histórica de diez años) y entretanto se pueden colar viejas profecías
esgrimidas por jóvenes astutos que no saben leer un Presupuesto. Hasta Obama
llegó a la Casa Blanca con el “Yes, be caim” de un joven publicista que acabó
demostrando que no, que no puede. Podemos sale de la misma madeja gregaria y descontenta que
Madame Le Pen o el Tea Party. Es el comunismo vergonzante de los agobiados y
cabreados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario