La promulgación por el Gobierno argentino de la
ley de Pacificación Nacional en la mañana del viernes tomó por sorpresa al
país, por más que la medida fuese largamente esperada.La mañana de ayer volvió
a ser en Buenos Aires un sordo rumor de autogolpes en el enrarecido tráfico de
información entre las oficinas políticas, los infinitos portavoces oficiosos de
las tres armas y los teléfonos de los periodistas. En cualquier caso, nadie
esperaba que 24 horas después de la marcha de resistencia de las Madres de la
Plaza de Mayo en demanda de sus deudos el Gobierno otorgara su dudoso perdón a
los responsables en última instancia de la desaparición de un número de
ciudadanos estimado en 30.000.
La noche
del jueves muchos porteños se acostaron tras asistir al estreno en Argentina de Missing (un
filme sobre el tema de los desaparecidos tras el golpe militar de Pinochet) y
se levantaron escuchando por la radio la promulgación de la ley de
autoamnistía. Es la esquizofrenia moral de la vida del país.
Las primeras reacciones son, obviamente, de
repulsa y de cuestionamiento de la ley, pero sería incorrecto escribir que esta
ley de autoperdón ha soliviantado a la sociedad. La clase política y los
propios militares conocen todas las fallas jurídicas y éticas de, esta ley que
amnistía a los subversivos y a quienes se excedieron en la represión política
entre el 25 de mayo de 1973 y el 17 de junio de 1982.
La actual
Junta Militar queda, por tanto, excluida de este autoperdón, así como los subversivos que
en la fecha de ayer no residieran en el país o los que se estime razonablemente
que continúan alzados contra el Estado.
Nadie duda
de que la ley no resistirá el menor análisis por parte del próximo Parlamento
democrático, pero hasta la constitución de ese congreso la ley será aplicada
por los jueces, y la aplicación judicial no es revocable, aunque la ley sí lo
sea. Un sector posibilista de las fuerzas armadas y el Gobierno estima así que
al menos, ocurra lo que ocurra en el futuro con este texto legal, algunos,
jefes y oficiales escaparán a futuras exigencias judiciales.
Propuesta
de Alfonsín
Los,
peronistas transigirán con la ley en mayor medida que los radicales. A menos
que se forme una escandalera en el futuro congreso, los justicialistas, de
llegar al Gobierno, procurarán que el mayor olvido posible acompañe a esta ley
de amnesia. Raúl Alfonsín, candidato presidencial de los radicales, tiene un
pensamiento más elaborado y sutil para sortear el tremendo escollo ético de la
política argentina: aplicar la doctrina jurídica francesa tras la batalla de
Argel. Establecer tres niveles de responsabilidad: quienes dieron las órdenes
de reprimir, brutalmente, quienes se limitaron estrictamente a. ejecutar
aquellas órdenes y quienes cumplieron lo ordenado añadiendo barbaridades de su
cosecha. Así sólo serían juzgados los primeros y los últimos, exonerando a la
gran masa militar del segundo grupo.
Sería una
solución que cargaría todo el peso judicial de ser derogada la ley por la
democracia en las tres juntas militares que gobernaron hasta la derrota en las
Malvinas el proceso de reorganización nacional: nueve tenientes
generales, almirantes y brigadieres del aire (Videla, Viola, Massera, Galtieri,
etcétera),que como chivos expiatorios recabarían para sí el peso de la culpa.
Juzgados y supuestamente condenados, podrían recibir un indulto que aliviaira
entre sus camaradas el malestar por su prision.
En
cualqifier caso, lo que desea la sociedad argentina es olvidar la pesadilla de
los últimos siete años. Lo desea con más ahínco que hacer justicia. La marcha
de 24 horas de las,Madres de la Plaza de Mayo culmínó el jueves ante el.
Congreso en una concentración de unas 10.000 personas (la gran mayoría,
juventudes de los partidos y ácratas)... en un gran Buenos Aires que reúne
cerca de 12 millones de habitantes. Y ni una sotana. En una sociedad de fuerte
raigambre - católica, la Iglesia, que nada dijo durante la represión, nada dice
ahora -consecuentemente- a la hora de olvidar el genocidio.
"iAramburu
os espera!"
Las
organizaciones defensoras de los derechos humanos preparan su estrategia para
quemar los últimos cartuchos junto a las Madres de la Plaza de Mayo antes de
las elecciones, pero es ingenuo esperar que esté pueblo se eche a la calle
indignado para exigir justicia por los desaparecidos o los torturados.
La mayor
preocupación entre los dirigentes políticos reside en su futura falta de
autoridad moral para combatir de nuevo el terrorismo si esta ley no es
derogada: si el peso di la ley no cae sobre los responsables, nadie duda que
pocos meses después. de la restauración democrática las calles de Buenos Aires
volverán a ensangrentarse con los ajusticiamientos del general Calps
(que mandó la policía de la provincia), del comodoro Chamorro (director dé la
Escuela de Mecánica de la Armada), de Massera, de Videlá, del capitán de corbeta
Astiz... Esta ley de autoamnistía siembra la venganza personal de los
agraviados. Ya en la manifestación del jueves, antes del congreso se pudo
escuchar: "¡Videla, Massera, Aramburu* os espera!". El teniente
general Aramburu, ex presidente provisional, fue secuestrado y asesinado por
Ios montoneros en 1969.
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