Los masoquistas que le seguimos teniendo querencia a Rubalcaba
sabemos que no está dotado de la oratoria de Don Manuel Azaña, pero tampoco
esperábamos que se despeñara como Alejandro Lerroux, el Emperador del Paralelo,
con un radicalismo de café con leche. Cuando se encuentran globalizados males
absolutos, la dialéctica amigo-e nemigo es una invitación al seppuku, al hara
kiri. Quizás ahora más que nunca vamos todos en el mismo coche, y en caso de
siniestro nos podemos romper una pierna cualquiera sea el carnet político del
bolsillo, si es que queda alguien que aún lo porte. En estos tiempos de
tribulación hay que convidar a cenar a los adversarios y no serviles cicuta
ideologizada.Desde su último desastre electoral los socialistas solo saben
reunirse para hablar de sí mismos y recuperar Felices Arcadias, y, así,
resultaba inevitable que este fin de semana les hayan dado continuidad al
parque Zapaterismo-Autismo”. Al parque temático de las buenas intenciones que
adoquinan el infierno. Ni siquiera se han atrevido a abrir netamente las listas
electorales, aunque proponen constitucionarlas en paridad y cremallera. El envés
de la misoginia es estar pensando constantemente en las mujeres, y el PSOE
debería hacérselo ver y recordar a Clara Campoamor. Otro argumento de mucho
ruido y pocas nueces es la propuesta de divorciarse de la Iglesia, el
grandísimo problema de los españoles, con lo satisfactorio del acuerdo entre
Zapatero, MaríaTeresa Fernández de la Vega y el Vaticano. El laicismo no es un
garrote y un Estado como el español no puede ser equidistante del catolicismo y
el chiismo, porque como los arrianos armaríamos la de Dios es Cristo. Aquí,
quién no tiene nada que decir se proclama tragacuras. Contaba el Cardenal
Tarancón que sentía pavor a Alfonso
Guerra, y acabaron concordes y amigos. Muy de lamentar que lo único nuevo de
esta conferencia con aires de Colegio Mayor haya sido el nuevo logotipo del PSOE.
A cada reunión “vaporizan“ lo de obrero y español. Al menos no han elevado a
categoría, a filosofía del Derecho, lo de decidir lo que le pete a cada cual. Este PSOE, como
pato patagónico: una pisada, una cagada, otra pisada, otra cagada…
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