14/11/13

OTROS SINDICATOS SON POSIBLES (14-11-2013)

Excepto Unión Sindical Obrera, los sindicatos profesionales y los vergonzantemente denominados “amarillos”, las dos grandes centrales Unión General de Trabajadores y Comisiones Obreras comienzan a pertenecer a la especie de los dinosaurios, y su extinción es necesaria para el desarrollo de los mamíferos y un  mayor desarrollo cerebral. Todo el basural que está lloviendo sobre los dos grandes sindicatos se interpreta farisaicamente como la inconfesable aspiración de que los sindicatos desaparezcan o pierdan su inluencia. Ni la Patronal pretende tal cosa, que la horrorizaría, ni existen sondeos de opinión que indiquen que la sociedad pefiere un mundo sin agentes sociales. Pero hemos llegado a un punto en que el Demonio no se puede quejar de que le demonicen. Otros sindicatos son posibles, como por ejemplo los alemanes. Tienen prohibida la huelga general (no la sectorial) por ser una acción política superadora del sindicalismo y no pueden recibir fondos públicos, administrándose con las cuotas de sus afiliados. A cambio todo trabajador tiene la obligación de afiliarse a un sindicato. Sus contabilidades son auditadas con publicidad hasta el último euro y la factura de la fiesta de la cerveza se la tiene  que pagar cada uno, y es que eres más estricto con el dinero de tus compañeros que con las subvenciones del erario. 

Ya dijo la ministra de Cultura socialista, Cármen Calvo, que el dinero público no era de nadie. Adujo que la interpretamos mal, pero la entendimos demasiado bien. Otros sindicatos europeos no entienden la figura del piquete informativo, que en el más apurado de los casos volantea panfletos para quien desconozca una huelga. Pero quien rompa una vidriera o queme un contendor siendo afiliado a una central sabe que su sindicato será subsidiario civil de su vandalismo, con lo que refrena sus iras por justificadas que resulten. La honradez en los gastos y la civilidad de las acciones es lo que ha hecho, por ejemplo, a IGMetall uno de los más poderosos e influyentes sindicatos de la Unión Europea, ejemplo que ni interesa ni influye en personajes valleinclanescos como Cándido Méndez o el inefable “Toxo”, perennes funcionarios de una nomenklatura burocrática y llegados a los despropósitos de cobrar por cursos que no imparten, dar clases de risoterapia o de vivir de los porcentajes que pagan los despedidos. Tener los ERES como masa de maniobra (Como si no existieran bufetes laboralistas) supone el infierno del sindicalismo. Otro sí de los liberados que han de cobrar de su sindicato, reservándoles la empresa su puesto de trabajo. Todo ello es posible y el sindicalismo saldría de la espiral de descrédito en la que no le ha metido la jueza Alaya y su carrito de despropósitos. 

La ley sindical de l.985 es tan obsoleta  que hasta Comisiones Obreras pide su reforma para tener normas claras de financiación. La ley de huelga es de l.977 (preconstitucional) y es un folio con un apartado de banalidades para los trabajadores y otro para los  patronos. Se ve que entonces los españoles estábamos ocupados en asuntos más trascendentes. La huelga de basuras en Madrid es un ejemplo puntual pero ilustrativo: la única huelga es la de los piquetes salvajes. Sin vándalos y respetando el 40%  de servicios mínimos la Capital olería, y o a rosas, pero no sería un estercolero. No hace falta llamar al Ejército como hace dos años en Napoles sino dar órdenes a las Policías municipal y nacional. Pero nada de esto sería necesario si contaramos con los otros sindicatos posibles.

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