La Secretaría argentina de
Comercio vedó ayer por una semana el consumo de carne vacuna en la capital,
Gran Buenos Aires y las ciudades de Córdoba y Rosario, principales
conglomerados urbanos del país. Durante la próxima semana sólo serán
sacrificadas las vacas cuya carne esté destinada a la exportación.
Esto se produce en un país
donde la carne es como el pan y donde se considera una catástrofe el descenso
de su consumo hasta 45 kilos por habitante y año, cifra desconocida para el
europeo medio."Es una medida de emergencia", afirmó el secretario de
Comercio, "dado que el proceso militar se comió cinco millones de cabezas
vacunas".
Pero aunque, obviamente, el
Gobierno está echando mano de todos los trucos para cumplir su -teóricamente
imposible- objetivo de detener la hiperinflación y aumentar al tiempo el nivel
adquisitivo de los ciudadanos, hay algo más en esta medida radical: a los argentinos
que regresan de gastarse sus últimos pesos en las vacaciones les han quitado la
carne del plato como celebración de la rentré.
Expertos imparciales estiman
que todos los aciertos del presidente Alfonsín -al filo de sus primeros 100
días de Gobierno- en materia política, institucional, de recuperación de la
democracia y la imagen exterior del país, de la resolución jurídica del drama
de los desaparecidos, etcétera, quedan contrastados con unas medidas económicas
erráticas, aisladas e insuficientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario