16/3/84

La policía uruguaya dispersa a los grupos que esperan la liberación de Seregni (16-3-1984)

Granaderos de la policía metropolitana uruguaya disolvieron a primera hora de la noche del miércoles la concentración de ciudadanos que permanecía desde hace ocho días y siete noches acampada frente al domicilio del general Líber Seregni.

Durante toda la noche, sin embargo, varios centenares de personas continuaron su espera en la intersección de Bulevar España-Bulevar Artigas, esperando la llegada del general.

Todos los obstáculos legalistas, burocráticos o, en el peor de los casos, la negativa de Seregni a firmar su sentencia de 14 años, pueden estar retrasando su liberación. No obstante, tanto su esposa y sus hijas como sus dos abogados, esperan un desenlace inmediato. Tan es así que, en el balcón de la vivienda, se ha instalado un proyector que pueda iluminar al general si éste desea dirigirse a quienes llevan más de una semana esperándole en la calle.

En un piso particular del edificio contiguo al de la familia Seregni, el Frente Amplio instaló el miércoles un centro de Prensa, que incluso facilita acreditaciones plastificadas, y al que la policía intenta infructuosamente evitar el acceso: 70 periodistas uruguayos y extranjeros esperan bebiendo mate la llegada del general que al día siguiente del golpe militar de 1973 encabezó una manifestación en Montevideo en la que se exigía el restablecimiento de la democracia y la vigencia de la Constitución.

La atención de la Prensa internacional sería otro de los factores obstaculizadores de la liberación del más destacado preso de conciencia de América Latina; la dictadura uruguaya es altamente susceptible a la posibilidad de que se crea que libera a sus presos bajo presión internacional.

Por otra parte, es inminente la reanudación de los trabajos de la multipartidaria uruguaya para lograr una estrategia común ante el Gobierno Militar. Algún dirigente colorado ha expresado su aceptación a unas elecciones con proscripción de partidos y personas, lo que ha motivado una airada reacción del Partido Blanco, cuyo líder, Wilson Ferreira, está en el exilio.

La bronca entre los dos partidos mayoritarios uruguayos está siendo publicitada con satisfacción por la Prensa oficialista.

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