"Uno de los lemas
clásicos del ejército francés, casi una consigna histórica, es mantenerse. Ésa
ha sido mi preocupación desde que fui detenido por primera vez en 1974: evitar
que al deterioro inevitable de la edad se sumara el decaimiento físico y mental
que provoca la cárcel. Ahora puedo decir con orgullo que me he mantenido, y mi
moral es más firme y más clara que hace 10 años. Dedicaré el resto de mi vida a
la restitución y consolidación de la democracia entre mi pueblo". Así se
expresaba en la mañana de ayer el general Líber Seregni, fresco, descansado,
distendido, en una entrevista telefónica concedida a una emisora.
No obstante, poco habrá
podido descansar este general querido por sus conciudadanos. Una hora después
de su liberación en la tarde del lunes, la confluencia de los bulevares Artigas
y España, donde se encuentra su domicilio montevideano, frente a la facultad de
Arquitectura, era un hervidero de gentes.Bajo el balcón de su apartamento, en
un tercer piso, donde su esposa Lily le ha esperado cerca de ocho años, se
disparaban cohetes y el gentío saltaba de gozo.
Seregni, que a duras penas
pudo entrar en su casa, pasó la tarde saludando esporádicamente desde el
balcón, flanqueado por sus abogados, sus dos hijas o Lily, cuya mano tomaba y
levantaba para corresponde y a las aclamaciones Lily ha pasado también su
calvario. Con su casa embargada por los militares (el general, como todos los
presos políticos uruguayos, le debe al Estado la estancia y la manutención de
sus años de cárcel, como si hubiera estado en un hotel), Lily recibía a altas
horas de la madrugada llamadas telefónicas que le indicaban que el general
acababa de morir o que había sido ingresado de urgencia en determinado hospital
militar. Siempre se levantó, se vistió y acudió al lugar de la falsa y cruel
denuncia. Hace cinco días, tras la última falsa alarma sobre la liberación de
su marido, sucumbió a una crisis nerviosa.
"Regresen a sus
casas"
A primera, hora de la noche,
Seregni se dirigió con un megáfono a la multitud: "No más, compañeros.
Comprendan que estoy, no cansado, que estoy profundamente emocionado. Les pido
como cabal demostración de que el pueblo se ordena a sí mismo y que siempre se
ha, ordenado solo, que regresen a sus casas, que cada quien retorne a su hogar.
La gran preocupación de este momento para alcanzar la, recuperación de la
democracia es; la pacificación de los espíritus, la pacificación nacional y la
más amplia amnistía para los presos políticos y los exiliados. No pronunciéis
ni una sola consigna negativa. Fuimos, somos y seremos una Fuerza constructora
obreros de la construcción de la patria del futuro. Vayan en paz a sus
casas".La liberación del general Seregni es compIeta por cuanto el
tribunal militar que le condenó en primera instancia a 14 años de prisión y
pérdida del estado militar por asonada, asistencia a la asociación subversiva,
usurpación de funciones, atentado a la Constitución, instigación a delinquir e
irrespetuosidad, entre otros cargos, ha dado por purgada la pena como si se
hubiera cumplido en su totalidad. Puede viajar por el interior y al exterior y
realizar proselitismo político, pero se encuentra inhabilitado por dos años
para elegir y ser elegido. Sin embargo, su abogado defensor, Hugo Batalla,
seriamente amenazado de muerte por su intervención en esta causa, ha dejado
trascender que una posterior negociación política terminará levantando la
proscripción del general.
Seregni, extraño militar no
ya en el Cono Sur sino acaso en el mundo, amigo y contertulio de novelistas,
poetas, pintores, actores, muy culto, cumplió una brillante carrera profesional
que lo llevó a ocupar la inspección general del ejército uruguayo. Sólo
intervino en política tras su paso a la situación de retiro y jamás se liberó
de la sospecha de ser un comunista embozado. Candidato presidencial del Frente
Amplio (izquierda y democristianos) en las últimas elecciones democráticas,
tras el golpe de Estado encabezó una manifestación popular para reclamar la
Constitución y las libertades. Permaneció preso desde el 9 de julio de 1973
hasta el 2 de noviembre de 1974, en que se le puso en libertad vigilada. Tuvo
todas las oportunidades para huir del país, pero prefirió arrostrar su destino.
En enero de 1976 fue nuevamente encarcelado y en marzo de 1978 condenado a 14
años de penitenciaría.
Su liberación nada tiene que
ver con la atrabiliaria justicia militar uruguaya. Ha sido una decisión
política de la junta de oficiales generales (generales, almirantes y
brigadieres del Aire) que denota la intención de la dictadura de sacar los
esqueletos de los armario»s antes de las elecciones, prometidas para el 25 de
noviembre.
A este respecto, su
liberación es un signo positivo. Si una coalición de izquierdas pudiera
presentarse en noviembre a las elecciones, su líder indiscutido sería Seregni.
Pero esa posibilidad todavía es una incógnita. En cualquier caso, nunca Seregni
sería presidente de este país, cuyo electorado se reparten históricamente
blancos y colorados.
Precisamente por lo anterior
se estima en Montevideo que Seregni será desproscrito para que aglutine el voto
inútil de los jóvenes y de los radicales y se los reste al otro paladín
conservador de la democracia y del antimilitarismo: Wilson Ferreira, líder
exiliado del Partido Blanco y también bestia negra de los militares.
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