Tras la liberación del
general Líber Seregni, considerada por toda la oposición como un signo
esperanzador de la intención de la dictadura de ir preparando el terreno para
las elecciones de noviembre, se han incrementado los contactos entre los
partidos y representantes del movimiento obrero para integrar nuevamente una
multipartidaria que ofrezca un frente común en el diálogo con la dictadura
militar.
Dirigentes del Partido
Colorado (una especie de laborismo a la uruguaya), partido hegemónico que
gobernó el país durante 98 años contra solo ocho años de Gobierno del Partido
Nacional o Blanco (conservadores) ha recibido seguridades de líderes sindicales
de extracción socialista de que, al contrario que en Argentina, el primer gobierno
democrático no será hostigado por el sindicalismo; aunque los representantes
obreros estimarían necesario un gobierno de coalición nacional para salir de la
dictadura y la crisis económica.El Partido Blanco y la mínima Unión Cívica (la
derecha de la democracia cristiana) aún no se han sumado formalmente a las
conversaciones, pero se espera integren nuevamente la multipartidaria de
partidos legalizados por el régimen. El caballo de batalla para un acuerdo
final entre los políticos se centra en aceptar las elecciones con
proscripciones o reclamarlas con entera libertad. Comunistas, socialistas y
democristianos, reunidos en el Frente Amplio, permanecen proscritos, y su
líder, el general Seregni, no puede ser elegido ni elegir durante dos años. Y
el candidato presidencial de los blancos, Wilson Ferreira, en el exilio, también
está proscrito y reclamado por la justicia militar por presunta traición a la
patria.
Si el Frente Amplio
continuara prohibido, muy probablemente el doctor Hugo Batalla, principal
defensor del general Seregni, hombre popular y carismático, podría presentarse
como independiente a la elección para recabar los votos que recibiría el
general ahora liberado. No es el caso de Wilson Ferreira quien, controlando la
mayoría absoluta de su partido, no aceptará unas elecciones sin su candidatura.
Más del 80% del voto
uruguayo se reparte entre blancos y colorados,por lo que
prácticamente el único obstáculo real -que no ético- para la celebración de las
elecciones sería la desproscripción de Ferreira. Se estima en Montevideo que lo
único que quieren los militares en el poder es que, por lo menos, regrese al
país y se deje encarcelar por la justicia castrense durante algunas semanas.
De ser liberado y
desproscripto, podrían celebrarse unas elecciones prácticamente a dos bandas
entre blancos y colorados, dejando fuera al Frente Amplio, que
propugnaría el voto en blanco. La realidad que los militares no terminan de
asumir es que solo unas elecciones libres y sin prohibiciones podrán evitar el
triunfo de Wilson Ferreira -la otra bestia negra de la dictadura junto a
Seregni- al dividirse los votos jóvenes y radicales entre el frente Amplio y el
partido Blanco.
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