Patricia Derian, escritora estadounidense de 56 años, ex
subsecretaria de Derechos Humanos en la Administración de Jimmy Carter,
compareció el jueves ante la 351 sesión del juicio de Buenos Aires, seguido
contra tres juntas militares argentinas. La sucesión, día tras día, de
horripilantes testimonios, relatados de primera mano por los propios
desaparecidos y torturados, restó dramatismo al testimonio de la ex funcionaría
estadounidense, pero procesalmente sus declaraciones fueron demoledoras para
los encausados.Diecisiete de los 22 abogados defensores abandonaron la sala de
justicia cuando Derian subió al estrado para prestar juramento de veracidad.
Entre comentarios jocosos, irónicos y hasta obscenos, los abogados
permanecieron en una cafetería próxima al palacio de los tribunales durante las
tres horas que duró su testimonio.
Derian relató sus
tres viajes oficiales a Argentina, en marzo, agosto y noviembre de 1977, en lo
que mantuvo, entre otras, entre vistas con el presidente Jorge Rafael Videla,
el almirante Emilio Massera y el ministro del Interior general Albano
Harguindeguy. Videla le admitió que era muy difícil controlar al personal de
menor rango, especialmente a aquellos que habían visto morir a sus cama radas a
manos de los terroristas con lo que reconoció que tenía conocimiento de la
violación de los derechos humanos en el país.
Massera la
recibió en la propia Escuela de Mecánica de la Armada (Esma) y le aseguró que
las torturas y los asesinatos estaban siendo cometidos por el Ejército y la
aviación. Derian le colocó sobre la mesa un plano del primer piso de la Esma y
le señaló las cámaras de tortura. "Massera sonrió, hizo el gesto de
lavarse las manos y me preguntó: '¿Usted recuerda lo que pasó con Poncio
Pilatos?', declaró Derian.
Delegaciones de
la cancillería argentina respondieron a sus requerimientos en las tres
ocasiones contestando mediante un esquema prefijado y constante.
Todos los altos
mandos militares con quienes se reunió la funcionaria intentaron convencerla
ole que la desaparición de personas resultaba inevitable y que formaba parte
necesaria de la naturalezade una guerra sucia contra un poderoso enemigo
interior.
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