Fuentes oficiales argentinas
matizaron ayer las declaraciones del presidente Raúl Alfonsín a la cadena de
televisión estadounidense NBC en el sentido de que "habrá nuevos
juicios" contra los militares que violaron los derechos humanos durante la
guerra sucia contra la subversión. Portavoces de la Casa Rosada precisaron que
Alfonsín se refería a las 1.700 causas abiertas ante el Consejo Supremo de las
Fuerzas Armadas (el alto tribunal castrense) y a las que se tramitan ante
juzgados civiles.
De ninguna manera el presidente
en su calidad de comandante en jefe de las fuerzas armadas, ordenará nuevos
procesamientos por decreto. Alfonsín ya lo hizo en dos ocasiones, dentro del
primer pa quete de órdenes de su mandato procesando a las tres primeras juntas
militares de la dictadura y a media docena de distinguidos car niceros de
uniforme, la mayoría de la plantilla de la Escuela de Mecánica de la Armada.La
entrevista a la NBC está comprendida dentro de dos programas consecutivos
emitidos en directo para el Today
Show-10 millones de audiencia de costa a costa sobre Argentina- El
presidente Alfonsín abrió las dos tandas del programa con su entrevista, en la
que afirmó que "... en su momento esto se va a agotar -por los juicios
contra las fuerzas armadas- No es bueno que una sociedad viva siempre mirando
hacia el pasado, mucho menos con espíritu de revancha. Pero aquí también será
la justicia la que ha de decir su palabra respecto a esto".
Alfonsín insistió en que la
justicia argentina no era ni será ni la del paredón ni la del manto de olvido y
rechazó enérgicamente la posibilidad de fracasar en su gestión: "Me niego
a aceptar esa posibilidad. Si yo fracaso, fracasa la Argentina y la Argentina
no va a fracasar".
Los juicios, por supuesto,
prosiguen y habrá más de los miles que ahora se han sustanciado. Argentina es
un marasmo judicial agravado por la lentitud de la administración de justicia,
su corrupción en instancias inferiores -esa astilla que en Suramérica es un nuevo poste- y laadscripción
de numerosos jueces al régimen anterior.
Por otra parte, el sistema
judicial argentino prima el juicio escrito sobre el oral, y muchas sentencias
se conocen sin que haya mediado la menor información anterior. Así ocurre con
el juicio contra la penúltima junta militar por la pérdida de la guerra de las
Malvinas; el seguido contra Mario Eduardo Firmenich, líder de la organización
subversiva Montoneros, y los segundos escalones judiciales que siguen su curso
en tribunales militares y ordinarios.
El primer ministro de
Defensa de Alfonsín, el primero de la lista de los muertos en el cargo, Raúl
Borrás, especuló con una hipotética ley de olvido, puesta en circulación como
globo sonda, y encontró fuertes resistencias entre los afectados por la guerra sucia. No era el tiempo, y el también extinto
Roque Carranza congeló el proyecto.
Pero antes o después, si
algún jurista argentino logra establecer hasta dónde ampara la obediencia debida a los militares que cometen tropelías
por orden de su jefe, habrá que sancionar, incluso parlamentariamente, alguna
suerte de punto final a esta macabra historia.
El nuevo ministro de
Defensa, Germán López, tomó posesión de su despacho confirmando en su cargo a
Horacio Jaunarena, secretario de Estado para la Defensa y una suerte de Eduardo
Serra que continúa al frente de los asuntos del departamento sobreviviendo a
sus ministros, y anunciando cambios en el resto del organigrama. "Los
problemas de las fuerzas armadas", dijo, "no son aislados. Y el
Gobierno está empeñado en concretar un proyecto social coherente y factible que
comprenda también a los militares".
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