El canciller argentino,
Dante Caputo, ha finalizado una prolongada visita oficial a la URSS, primera en
las relaciones argentino-soviéticas; a mediados de mayo, Raúl Alfonsín será el
primer presidente argentino que visite Moscú.En la cancillería argentina se
estima que nunca como ahora las relaciones bilaterales fueron tan estrechas; a
este entendimiento ayuda notablemente el contrato de compra de grano que la
URSS acaba de firmar con su proveedor argentino. La URSS se ha comprometido a
adquirir, durante los próximos cinco años, cuatro millones y medio de toneladas
de cereal y soja anuales.
Buenos Aires sólo ha tenido
que comprometerse vagamente a intentar equilibrar el déficit comercial con
Moscú procurando adquirir mayor número de unidades de maquinaria agricola.
Pendiente de estudios ulteriores queda la posibilidad de que la Unión Soviética
construya, aportando capital y tecnología, un nuevo puerto cerealero de aguas
profundas en la localidad atlántica de Bahía Blanca, al sur de la provincia
bonaerense.
El acuerdo es similar al
firmado entre las autoridades soviéticas.y la dictadura militar, ya extinguido,
y supone el principal logro de la diplomacia económica argentina: Caputo tiene
como prioridad en su Ministerio de Relaciones Exteriores la consolidación o
apertura de los mercados internacionales.
El acercamiento
argentino-soviético, que culminará en mayo con la visita de Alfonsín a Moscú,
es fruto del eclecticismo que históricamente ha caracterizado la relación entre
los dos países, pero se produce justo en el momento en que Alfonsín ha
enfrentado públicamente al Partido Comunista Argentino -prosoviético- por su
alianza electoral con el trostkismo y su reciente declaración doctrinaria de
que la lucha armada puede ser un buen camino para resolver los problemas
estructurales.
El acuerdo económico con la
URSS -que incluye apartados de cooperación cultural y científicotécnica-
permitirá, paradójicamente, que Argentina pueda afrontar alguna parte de su
deuda externa con la banca privada occidental.
No es de extrañar que en
Buenas Aires permanezca abierta una exposición permanente de maquinaria
agrícola soviética, que se estén descargando camiones y jeeps militares rusos en el puerto de Buenos
Aires o que en esta ciudad jamás falte una buena muestra de cine del Este.
Las democracias occidentales
ayudan a Argentina con grandes palabras de salutación por la democracia
recobrada, mientras exigen el pago de las deudas. La Unión Soviética reactiva,
por el contrario, sus compras de granos en el momento en que el gran país
austral más lo necesita.
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