Hace siglos que hemos
retorcido la semántica por su mal uso y la moralidad consiste en guardar la
bolsa y cerrar la bragueta. La corrupción es un asunto judicial al albur o buen
entender de los jueces lentos como quelonios
y no se leen en los sumarios sentencias morales. Las inmoralidades han
encontrado refugio en los bajos instintos debajo del ombligo, ignorando que el
centro del mando de mando sexual está en el cerebro. La chocarrería de un
diputado periférico carente de
vocabulario sobre la Vicepresidente tiene más alharacas que la increíble
descomposición moral del inextinguible régimen
social-comunista andaluz. Mientras la vituperada juez Alaya arrastra su
cruz como maletita por las aceras judiciales, aún nadie ha trazado una raya de
almagre en una fachada rezando: “ Hasta aquí llegó la podredumbre de los ERE en
el 2013 “, La mayor trapacería de ésta democracia en la que los dadivosos roban
a los pobres para decorar sus casas o encegarse con la blanca. Griñán sigue sonriendo
porque presidiendo la Junta de Andalucía nada va con él y se fuma un puro en la
estratosfera de la inalcanzable
inmoralidad. Y los apaleados andaluces, en su derecho, siguen votando lo mismo mientras persista el
amiguismo, el nepotismo, el clientelismo y la subvención. No perece aquella una
Autonomía sin las Cajas de Ahorro y Monte de Piedad que arrastraron a los
Bancos. La corrupción es una tentación universal pero el pantano en el que nos
vemos enfangados es la inmoralidad., que tiene que ver con la conciencia y nada
con los juzgados de instrucción. Más de seis mil causas abiertas por corrupción no arreglaran el país
ni aunque fueran todos a la cárcel. La inmoralidad rampante, el no procurar el bien a los demás, el infringir daño innecesario, quedó establecido
en la letra y música por Enrique Santos Discépolo :” Hoy resulta que es lo
mismo ser derecho que traidor/ ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador/Lo
mismo un burro que un gran profesor/ los inmorales nos han igualao/ si uno
vive en la impostura, y otros roban su
ambición/ da lo mismo que seas cura, colchonero, Rey de bastos, caradura o
polizón.” Y la inmoralidad no se
contempla en el Código Penal.
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