En la pre Transición
democrática todos recibimos la legalización de los partidos con lógico alborozo
y explicable ingenuidad. Pasaron tantos por ventanilla que al cúmulo de siglas
le llamamos “ la sopa de letras ”. Les tomamos no como imprescindibles y
necesarios sino como panacea de males seculares. La realidad es que los
partidos españoles nacen con las camarillas reales del absolutismo o, continúan
como apéndices de Palacio ( Alfonso XII agónico le pidió a la Reina María
Cristina: “ De Cánovas a Sagasta y de Sagasta a Cánovas. Y cuida el coño”), con
IºRepública llegan a la metástasis surrealista, y en la IIº las
izquierdas solo pretendían emular la revolución soviética en el paisaje
titánico del enfrentamiento comunismo-fascismo. En 1978 estábamos en el
parvulario de la organización y desarrollo de los partidos políticos, y la
memoria caliente de la guerra incivil y el temor a que el tránsito lo
irrumpiera un ígnaro golpe de Estado( que se dió ) configuraron una legislación
sobre partidos, condescendientes, permisiva, que consolidó la partitocracia con
la que nos regimos. Siendo Ministro de Defensa, José Bono visitó a su colega
británico quién le invitó a un weeck end en su chalet de fin de semana. “ Pero
no podré acompañarle. Los fines de semana he de visitar a mis electores o no
repito mi escaño en la Cámara de los
Comunes”. Circumpscriciones inabarcables y listas cerradas y bloqueadas que
hacen mansueta la votación en el Congreso porque los partidos son piramidales y
partitocráticos que a un diputado. Es más libre y útil elegir al Presidente de tu comunidad de vecinos que al diputado de tu
distrito que no sabes quién es ni adonde poder pedirle un favor. Todos nuestros
partidos políticos alardean de una
democracia interna, pero ni atisbo de ella. Ya ni se guardan las formas como en
la vergonzosa proclamación de Susana Díaz como inmediata Presidenta de la
Comunidad Andaluza, calificada por sus propios como designación soviética, y
que, a lo que se parece, no sonroja a los sufridos bajo un Frente Popular. Los
socialistas intentaron americanizarse con sus Primarias y asaron la manteca porque
desde Joaquín Almunia no evitaron el dedazo, excepto con un aventurero como
José Luis Rodríguez Zapatero que pilló con el pié cambiando a un Bono que se
daba por seguro. Lo del PSOE no es exactamente soviético: tiene más que ver con
la monarquía electiva visigoda. De allí la aficción socialista por la
destrucción de imágenes de adversarios e incómodos que equivale al
asesinatos compulsivo de los Reyes Godos. El PP( más las derechas nacionalistas
y las izquierdas emergentes) optan por la democracia interna congresual que es legítima y tiene la virtud
de que no engañan ni a los periodistas
que huelen que lo cocinan en los
pasillo
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