24/10/13

ENTRE NÜREMBERG Y ESTRAESBURGO (24-10-2013)

De haberse constituido en  1.945 al finalizar la II guerra mundial, el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo habría ordenado la liberación inmediata de la jerarquía nazi y su indemnización por el encarcelamiento discrecional a manos de tropas aliadas. Pesaban las evidencias de la Soah y el exterminio programado de gitanos, homosexuales, republicanos españoles, discapacitados o minorías étnicas no arias o caucásicas, pero los juicios de Nüremberg fueron ilegales. Aunque con  gran inacción los jueces británicos advirtieron que aquello era una representación de la latinidad “Vae víctis” (“! Hay de los vencidos! ”), y hasta el poco intelectual  Curtis le May, alias “Pantalones de acero”, responsable del bombardeo estratégico sobre Europa y Japón, admitió que de haber perdido la  guerra los Estados Unidos a él le habrían ahorcado el primero con toda propiedad. Más que ilegal Nüremberg fue impecablemente alegal, antijurídico, porque no existía jurisprudencia sobre delitos contra la  Humanidad ni siquiera el concepto de derechos humanos, lo que no fue óbice para que colgaran a la plana mayor nazi que  no tuvo la inteligencia de suicidarse antes. Ya se sabe que Dios escribe derecho sobre renglones torcidos.

El Tribunal de Estrasburgo lo tomamos como si lo presidiera el Mahatma Gandhi o Bertrand Russel y sus togados reencarnaciones de los padres de la patria europea como Schumann, Monet, De Gásperi o Adenauer, y solo es otra institución unitaria integrada por desconocidos leguleyos designados en terna por los Gobiernos para recompensar conductas políticamente obsecuentes, como la del magistrado español Luis López Guerra, herramienta del ex Presidente Zapatero. Cuando no  se cumplen las  resoluciones de las Naciones Unidas los de Estrasburgo exigen inmediatez para sus sentencias y les satisfacemos con premura. La idiocia de la “doctrina Inés del Río” confunde la lógica irretroactividad de las leyes con la libre administración de beneficios   penitenciarios en cada país. Con Estrasburgo vigente Hermann Góering no hubiera tenido que masticar su cápsula de cianuro.  Estos funcionarios de la ciudad francoalemana solo pueden ser absueltos por ignorancia invencible de lo que ha supuesto el terrorismo  en  España. Colocando el catalejo al revés contemplan los derechos humanos de los asesinos (que los tienen bien servidos excepto cuando la izquierda opta por meterlos en  cal viva) y necesitan microscopios de alta definición para advertir la inhumanidad a que han sido sometidos los victimados. Los asesinados por Inés del Río no pueden sonreir como ella ni aún saliendo de sus  cajones.

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