Manolete toreaba por primera vez en México tras nuestra guerra
civil y mediado el paseíllo en aquella Monumental advirtió que junto a la
azteca ondeaba la bandera tricolor de la II República. Advirtió al alguacilillo
que no toreaba si no se izaba el pabellón rojigualda de Carlos III y, corrida
la decisión por las andanadas, rugió la masa enfurecida temiéndose que se
saltara al ruedo para linchar al
diestro. México nunca mantuvo relaciones diplomáticas con la España franquista
y reconocía y albergaba al Gobierno de la II República en el exilio. En l.939
el Presidente, general Lázaro Cárdenas, volcó al país en apoyo de los
expatriados políticos españoles. Con el
festejo paralizado y como un circo romano, tras muchos cabildeos, idas y
venidas y para evitar males mayores, se encontró no se sabe donde una bicolor
para sustituir a la que luce el de los
comuneros. En un silencio hostil ,Manolete lidió su toro con tal entrega y
maestría que la plaza se deshizo en entusiásmo olvidándose de lo que
pudieran representar las banderas en liza. Estaba presente el jefe socíalísta Indalecio Prieto quien comentó a
su acompañante: “Este franquista es el único que no ha hecho aquí el ridículo
desde Hernán Cortés”.
Indalecio Prieto, Don Inda, fue
tipógrafo, periodista, autodidácta y un socialdemócrata con muchas
contradicciones y vaivenes en un PSOE revolucionario que siempre le tuvo por
moderado. Apoyó la sublevación en Asturias y Barcelona contra la legalidad
republicana (no fueron los militares los primeros en alzarse en armas) y luego,
en guerra, se las tuvo con el Primer Ministro filocomunísta Juan Negrín, gran fisiólogo. Ministro de Hacienda,
Fomento, Marina y Aire y Defensa, inició los madrileños Nuevos Ministerios y
rajó en dos una cordillera de piedra para dar una carretera directa al
Monasterio de Silos cuyos monjes benedictinos le recuerdan pese a no haberle
conocido. Tambien fletó el yate “Vita” trasladando a México el saqueo de las
cajas fuertes republicanas cuyo reparto nunca fue auditado por nadie. En una
ocasión los masones quisieron cooptarle y le organizaron una tenida con
mandiles, cartabones y compases, el ojo pestañeantemente abierto, las paredes
enteladas en negro y la calavera de la meditación. “¿Qué le ha parecido, Don
Inda?”. El gran ateo contestó: “La verdad, prefiero la misa”. Prieto no es
referente del actual PSOE, pero Nicolás Redondo, hijo, acaba de recordar muy a propósito una
de sus frases lapidarias¨: “Primero soy español, y después socialista”. Eso
para la dirección socialista y sus hermanos separados catalanes, es indecible.
Como estiman barones socialistas extremeños un español (y catalán) del PSOE no
tiene partido propio al que votar en Cataluña, mientras un Rubalcaba bizantino
calcula cuantos ángeles caben en la punta de un alfiler. Se reprocha al
Gobierno que no da puñetazos en la mesa, ni rompe la vajilla, ni declara el
Estado de Excepción como el ínclito Pepiño Blanco ante una huelga de
controladores, pero tranquilidad viene de tranca y el Presidente Rajoy dispone desde hace tiempo
de un sucedáneo de gabinete de crisis para responder legalmente a una
declaración unilateral de independencia, insumisión contra la Constitución
aprobada mayoritariamente por los catalanes en l.978. Eso no es ahora una
amenaza: es una redundancia porque ya lo hicieron el siglo pasado los radicales
contra la legalidad republicana. En Buenos Aires soporté tres días de tremenda
sudestada como la que relató Manuel Múgica Laínez en su cuento “El día en que
los vientos se llevaron el Río de la Plata y lo sepultaron en el mar”.
Aplacadas las furias me desperté sobresaltado: era el silencio que sí puede ser
estruendoso. Pero quien calla con melífluas palabras y cursilerías de damisela
como la doble alma del socialismo catalán´, esperando sentados una rasgadura en
Cataluña, es la dirigencia del PSOE. Se es el primer partido de la Oposición no
solo para prometer revocar todas las leyes sino también para defender las
reglas del juego político.
EL PSOE es el único partido que se apellida “español”,si
exceptuamos a los ultraderechistas, y de él tuvo que salir el concepto de que
la nación es algo discutido y discutible. Cada ratón se quiere comer la tabla
de quesos que se dibujó en la transición para dar en un Estado Federal al que
llamamos autonómico. Aquellos temores traen estos espantos. Si la gran fuerza
política que es el PSOE se sumara al PP para repetir con Indalecio Prieto que
antes que otra cosa son españoles, ni Artur Más tendría fuelle, ni Oriol
Junquera arrestos.¿ Podremos imaginar
a la UGT llamando a la huelga general por la unidad constitucional de España?
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