El franquismo dejó una
herencia de complejos hipertrofiados, hasta el punto que desde la izquierda se
sigue exigiendo la abominación del Régimen anterior para expender un cartel de
demócrata. También podría pedirse la repulsa pública de las maldades de
Fernando VII, el Rey felón. Durante la primera guerra carlista el General
Cabrera,” El Tigre del Maestrazgo”,
asoló la región, y las tropas que sostenían a Isabel II sacaron de su casa a la
madre nonagenaria del guerrero absolutista y la fusilaron contra una pared,
pero no por ello vamos a vomitar de nuestra boca a los liberales. Con sentido
común derogamos la pena de muerte, y con complejos notorios pusimos el acento
en la reinserción de los penados por encima del cumplimiento de la pena,
colocando al monstruo social sobre sus víctimas. Juan Jacobo Rousseau, que
abandonaba a sus hijos en los hospicios para divagar sobre la inocencia del
buen salvaje, se habrá sentido satisfecho. Por no aproximarse, ni en holograma,
a la severidad penal franquista, ni socialistas ni populares se atrevieron en
su día a implantar la cadena perpetua para crímenes aberrantes, que a la postre
se detiene a los treinta años. Y me malicio que el ministro de Justicia, Ruiz
Gallardón, se atreve, pero no le apetece nada. Francia es un hito en el
garantismo de los derechos civiles, hasta el punto que no se puede allanar de
noche un domicilio ni con orden judicial, y los franceses sostienen la pena
perpetua revisable. Como su nombre indica la “Doctrina Parot” no es una ley, y
menos retroactiva, sino una interpretación de los beneficios penitenciarios que
evita que monstruos asociales, sociópatas irredentos, regresen a las calles sin
propósito de enmienda ni dolor de corazón. El terrorista “ Carlos” (
antecedente de Bin Laden) morirá en prisión francesa porque cuando llega la
revisión de su caso la justicia gala le endosa otro sumario antes que
prescriba. Y el Tribunal de Estrasburgo no osa decidir nada. Lo que no puede
ser es el empeño ideologizado de los jueces de vigilancia penitenciaria de
reinsertar a las patadas a Hannibal Lecter, por mal nombre” El caníbal.”
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