Ya la inefable Leire Pajín
nos advertía sobre el acontecimiento planetario de la elección de Obama
coincidente con la presidencia rotatoria de la UE por Rodríguez Zapatero. En
estos tiempos de zozobra todo es global y planetario y el espionaje ya no es lo
que nos contaban Ian Fleming o John le Carré. De alguna manera hasta fuimos
precursores cuando con Felipe González en el poder, el general Manglano y sus
Servicios realizaban escuchas aleatorias a los españoles y grababan las
conversaciones de un Presidente del Real Madrid o del propio Rey. El gallinero
político se ha alborotado y clama explicaciones a Estados Unidos por el
espionaje electrónico indiscriminado hasta a socios, amigos y aliados, a cargo
de la tecnológicamente monstruosa Agencia de Seguridad Nacional, dependiente de
la Secretaría de Defensa. Solemos olvidar una premisa: todo lo que se puede
hacer se acaba haciendo, y los drones o predators son poco más que juguetería
para los telediarios al lado del gran hermano universal que nos observa
impúdicamente por el ojo de la cerradura. Si la NSA ha escuchado sesenta
millones de llamadas en España solo en un mes, hemos de variar la estrategia de
nuestra inquietud. Teniendo una importancia relativa en el sur de Europa ,que
nos pinchen más teléfonos que habitantes mueve a orgullo. Lo que hay que exigir
es que nos den las transcripciones para saber quienes somos, que hacemos y en
que gatera nos estamos dejando los pelos. Probablemente así quedaría lacia la
inextricable enredadera nacional. La traición consiste en no prestarnos el
juego de satélites. En su día me aseguraron solventemente que los arrumacos de
José María Aznar a su colega Bush jr. No eran fruto de una inquina personal
contra Saddan Hussein, sino que nuestro Presidente quería extraerle al
americano una tecnología de escucha avanzada que hubiera dejado a los etarras
como la Venus de Botticelli saliendo de las aguas. El mundo seguirá siendo un
patio de vecinos, y la única consecuencia inmediata es el descrédito de Obama
como gran esperanza blanca de otra forma de hacer política. Creímos que por
negro (de color somos todos) y del partido del burro, imperaría la progresía.
No ha armado una política exterior.No ha podido (como Clinton) con su reforma
estrella sanitaria, y, como los malos Presidentes, ha tenido que aplazar unos
Presupuestos.Ni siquiera ha cerrado Guantánamo. Los negros no empalidecen
,pero cada vez que se planta ante el
atril Obama parece más blanco.
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