El Califato islamista que pretende retomar el vuelo a partir de las
cenizas de Siria e Irak combate también en su retaguardia europea donde cuentan
con un ejército de hombres y mujeres durmientes. Las recientes detenciones de
lobos solitarios y comandos dispuestos a volver a sembrar el terror en Madrid
son un aviso ominoso de que el 11M puede tener réplica. Visito con frecuencia a
un sacerdote amigo que perdió un brazo y
una pierna en Atocha, cercenados sin posibilidad de prótesis, un Blas de Lezo
madrileño y pacifista, y en cada conversación volvemos a la civilidad de todos
en aquella jornada de sangre que nos distingue más que un dos de mayo. Con casi
doscientos muertos entre los hierros y los quirófanos y un tendal de heridos,
la mayoría mutilados, no se escuchó en toda España un grito contra el islám,
una procacidad contra el Corán, o musulman alguno recibió una imprecación o una
bofetada de taberna. Durante aquel día infame el lugar más seguro de Madrid fué
la mezquita. Mi cura y yo sentimos una pequeña envidia por el estremecimiento internacional por
“Charlie Hebdo”, que pareció olvidar que la mayor barbaridad terrorista en
Europa fue la que nosotros padecimos. El Cercano o Próximo Oriente es eso:
…cercano y próximo. Las atrocidades medievales que el Califato Islámico
propicia en Siria e Irak se dan en la acera frontera aunque las contemplamos
como si fueran las antípodas. El Estado
Islámico va más lejos de una nación suní o el rediseño de Oriente Medio: su
utopía es la destrucción de Europa occidental,
volver a colocarse a las puertas de Viena, reinstaurar el Califato de
Córdoba muy por encima de Burgos. Como esto es el sueño de la razón lo tomamos
como las aventuras del guerrero del antifaz, cosa poco seria, haciendo énfasis
en lo cruel de las devoluciones en
caliente. Nuestro regreso al futuro es que tenemos garantizado un terrorismo
atroz en Al Andalus.
No hay comentarios:
Publicar un comentario