Los misterios de la vida son insondables y aún no podemos calibrar
el milisegundo en que un espermatozoide fecunda un óvulo pero queremos hacernos
con un cronómetro que mida la duración de la existencia biológica. La Asamblea
francesa ha aprobado por gran mayoría la eutanasia pasiva consentida sin
considerar que aquella precedió a la eugenesia hasta bien avanzado el siglo XX
en países tan civilizados con los escandinavos o Estados Unidos. Rodeado de
doctores los más cínicos aducen que nadie se muere cinco minutos antes, y los
viejos más experimentados te explican que la visita de la Vieja Dama se hace de
rogar, que morirse no es fácil y que la vida se aferra al más delgado hilo. Los
mejores médicos nunca firman un desahucio o emplazan a un paciente terminal.
Entre nosotros la eutanasia pasiva consentida, que ya figura en el programa de
algún partidito en busca de hueco, haría innecesaria la ley de dependencia, que
no resuelve nada al carecer de dotación financiera, y propiciaría la
automoribundia para no fastidiar a la familia. De lo que no se quiere hablar es
de la distanasia, o medicina encarnizada, y la ortotanasia que debe desplegarse
en Unidades de Dolor y de Cuidados Paliativos. Es raro darse con un dolor que
se resista a la farmacopea de hoy y la medicina paliativa dignifica el tránsito
sin necesidad de que los parientes te pongan un denario bajo la lengua para que
el barquero Caronte te cruce rápidamente a la otra orilla de la laguna Estigia.
Las Comunidades que administran la Sanidad deben tener en cada Hospital
unidades de Dolor y Paliativos, que solo son onerosas en personal, y el gasto
aliviaría el desempleo sanitario. Pero pese a sus harapos cenicientos y su
guadaña la Vieja Dama resulta morbosamente atractiva y se nos da que recortar
la vida es un avance social y progresista. A la postre la eutanasia pasiva es
un hipócrita suicidio asistido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario