La celebración oficial de la ocupación de las
Malvinas no ha deparado nada mejor que un nuevo día festivo (en los últimos
diez días los argentinos han trabajado dos) y actos castrenses presididos por
la Junta Militar pero llevados a cabo en el interior de los cuarteles.Mientras
tanto, las dos orillas del Plata son escenario de dolorosas peregrinaciones. Familiares
de soldados británicos muertos en la guerra arriban a Montevideo desde donde
partirán hacia los cementerios de las islas; otro tanto harán padres y madres
argentinos, a partir del día 16, en un buque con pabellón de la Cruz Roja. Una
singladura de siete días al frío Antártico para pasar breves horas en Puerto
Darwin y poner unas flores en el lodo helado que cubre a sus hijos.
Pasada la Pascua resucitan los rumores sobre una
sustitución de los ministros de Economía y Trabajo, que han estado dando la cara
ante el descontento social. Pero no parece inminente que la Junta reorganice el
Gobierno en plena conferencia del grupo de los 77 (hoy empiezan a llegar a
Buenos Aires muchos cancilleres de los 125 países miembros) y en vísperas de la
publicación por la Casa Rosada de un documento sobre la guerra sucia y
los desaparecidos.
Sobre este (trama La voz del mundo
(izquierda peronista) publicó ayer la lista de periodistas desaparecidos desde
1976: 80, a los que hay que sumar otros nueve que están localizados en
diferentes cárceles del país. Entre los desaparecidos figura Luis Radolfo
Guagnini (secuestrado en diciembre de 1977), corresponsal de Inter Press
Service, Latin America Political Report, y EL PAIS.
El capitán de corbeta Astiz (que rindió las
Georgias del Sur a Gran Bretaña, reclamado por los Gobiernos de Francia y
Suecia como presunto autor de la muerte por torturas de tres súbditas de estos
países) intentó establecerse en Suráfrica; ni en este país ha logrado un
permiso de residencia y ha regresado importando un costoso BMW a su destino en
la base naval de Trelew, en el sur patagónico.
Tras la apertura de una línea aérea semanal
Buenos Aires-Moscú, la Unión Soviética ha ofrecido a este país financiación y
tecnología para ampliar el puerto de Bahía Blanca y convertirlo en el primero
del subcontinente para el tráfico de grano.
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