Un número de 10.000 personas para el ponderado
Clarín, 2.500 para la policía y 15.000 para los organizadores se manifestaron
el viernes ante la Casa Rosada de Buenos Aires en un intento infructuoso de
hacer llegar al Gobierno pliegos con las firmas de más de 200.000 personas
reclamando la suerte de los desaparecidos. La cabeza de los manifestantes (un
premio Nobel de la Paz y dos obispos católicos) no fue recibida por ninguna
autoridad ni en la sede del Gobierno.
Varias
organizaciones humanitarias convocaron esta marcha en apoyo de las Madres y las
Abuelas de la Plaza de Mayo, que llevan meses pidiendo firmas por las calles de
Buenos Aires. El premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, los obispos
católicos De Nevares y Novak junto a dirigentes de segunda fila de la mayoría
de los partidos encabezaron la marcha.La inmensa avenida de Nueve de Julio (la
arteria urbana más ancha del mundo) quedó cortada por un bosque de pancartas;
la policía, a caballo y con carros de asalto, encauzaba la manifestación hacia
la plaza de Mayo. Los eslóganes sincopados: "¡Se va a acabar, se va a
acabar, esta costumbre de matar!" y "¡La plaza es de las Madres y no
de los cobardes!", corearon la marcha. Cerca de la sede del Gobierno se
arrojó sobre los manifestantes, desde un balcón, un paquete de octavillas:
"Madres de terroristas, vayan a reunirse a la plaza Roja de Moscú".
Un atronador "¡Hijos de puta!" llenó las calles embotelladas por la
columna. La policía, impertérrita, fue tildada de asesina hasta la saciedad. En
la Casa Rosada nadie accedió a recibir los dos carritos de supermercado con las
carpetas de las firmas. Pérez Esquivel anuncié que se depositarían en la
Conferencia Episcopal, entre gritos de: "¡A los curas no, que están
pastando!".
La
inminencia de la publicación por parte de la Junta Militar de su documento
sobre los desapareci dos y las revelaciones hechas en Amsterdam por el ex
policía Rodolfo Peregrino ponen un poco más de sal en esta herida. Peregrino,
denunciado aquí por estafa y abandono del hogar, ha relatado con gran detalle
el organigrama de la represión secreta de 1976.
Lentamente
van apareciendo algunos niños secuestrados y regalados por los militares a
familias de orden. Se busca el paradero de otros presuntamente
entregados a familias chilenas y uruguayas y se clama por el destino de los que
hayan nacido en prisión, dadas las miles de embarazadas que fueron sacadas con
vida de sus hogares. Hace pocos meses un matrimonio que compasivamente había
adoptado a un niño entregado por los militares observé que el pequeño lloraba y
tocaba la pantalla de televisión cada vez que aparecía determinada locutora.
Llamaron a la emisora y los pusieron en contacto. Era la hermana de la madre
desaparecida, que el muchacho había reconocido.
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