10/4/83

El Gobierno argentino pide una tregua las centrales obreras (10-4-1983)

Tras las movilizaciones sindicales de la semana de Pascua, el Gobierno argentino pidió formalmente una tregua social a las dos centrales obreras para poder llegar, mal que bien, a las elecciones de octubre. Tras el anuncio de que el coste de la vida ha crecido en marzo un 10,5% respecto al mes anterior (44,7% en los tres primeros meses del año), la hipotética tregua empieza a desmenuzarse.La CGT-República Argentina (no colaboracionista con la Junta Militar, propiciadora de la marcha del pasado día 30) ha decidido la aplicación de un nuevo plan de movilizaciones a partir del día 1 de mayo. La CGT de la calle de Azopardo (que se inclina por el pactismo con la Junta) se ha encontrado con que parte de sus bases -los gremios mecánicos- han pedido que se finalicen los contactos con los ministros de Economía y Trabajo, se negocie directamente con el presidente Bignone y se convoque una huelga general de 48 horas si no se atienden las reivindicaciones salariales.

El sindicalismo argentino parece fuertemente influido por caracteres mafiosos de la Italia meridional basados en la experiencia sindical estadounidense. Tienden así a convertirse en grupos de presión económica y política con la satisfacción de sus afiliados. Lorenzo de Miguel (legendario metalúrgico en la línea de la CGT-República Argentina) no ha dejado de ser adorado por sus bases, pese a la imputación militar de ser propietario de numerosos pisos en el Gran Buenos Aires y en lujosas localidades residedeiales del país.

De Miguel está llevando a juicio a los periodistas que le relacionan con el diálogo militar-sindical, pero Jorge Bríaca (líder de la CGT-Azopardo) ha puesto brutalmente las cosas en su sitio: "A los bebés no los trae la cigüeña ni nacen en un repollo. Decir que núnca se habló con las fuerzas armadas es faltar a la verdad".

Las dos fuerzas de siempre

Cerrado el período de presentación de afiliaciones por los partidos se ha vuelto a comprobar que sólo cuentan dos fuerzas en Argentina: el peronismo, otra vez mayoritario, y el radicalismo, que nada tiene que ver con el radicalismo europeo y que es la esperanza de profesionales, ilustrados, clases medias sobrevivientes a la inflación, regeneracionistas moderados: el PSP de Tierno Galván sin socialismo ni marxismo.Y unos y otros en una feroz greña intestina para la designación de candidaturas y líneas políticas. Los radicales se desesperan: "Para qué hacer elecciones si el aluvión zoológico va a volver a ganar" (por los peronistas). Y éstos por las calles cantan al son de bombos y panderos el "¡Volveremos, volveremos!". Es el drama de la pequeña burguesía, un poco ilustrada y un poco progresista, que se ha pasado la vida pergeñando fórmulas milagrosas para que se celebren elecciones libres, pero con los suficientes trucos como para que no gane la mayoría peronista.

Fuentes del Gobierno han dejado filtrar la casi seguridad de que la ley electoral adoptará el sistema proporcional. Con sólo un 3% de los votos un partido podrá tener escaños en el Parlamento. Así se evitará que la Cámara se bipolarice entre peronistas y radicales y que al menos un 25% del electorado se quede sin representación.

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