Tras las movilizaciones sindicales de la semana
de Pascua, el Gobierno argentino pidió formalmente una tregua social a las dos
centrales obreras para poder llegar, mal que bien, a las elecciones de octubre.
Tras el anuncio de que el coste de la vida ha crecido en marzo un 10,5%
respecto al mes anterior (44,7% en los tres primeros meses del año), la
hipotética tregua empieza a desmenuzarse.La CGT-República Argentina (no
colaboracionista con la Junta Militar, propiciadora de la marcha del pasado día
30) ha decidido la aplicación de un nuevo plan de movilizaciones a partir del
día 1 de mayo. La CGT de la calle de Azopardo (que se inclina por el pactismo
con la Junta) se ha encontrado con que parte de sus bases -los gremios
mecánicos- han pedido que se finalicen los contactos con los ministros de
Economía y Trabajo, se negocie directamente con el presidente Bignone y se
convoque una huelga general de 48 horas si no se atienden las reivindicaciones
salariales.
El
sindicalismo argentino parece fuertemente influido por caracteres mafiosos de
la Italia meridional basados en la experiencia sindical estadounidense. Tienden
así a convertirse en grupos de presión económica y política con la satisfacción
de sus afiliados. Lorenzo de Miguel (legendario metalúrgico en la línea de la
CGT-República Argentina) no ha dejado de ser adorado por sus bases, pese a la
imputación militar de ser propietario de numerosos pisos en el Gran Buenos Aires
y en lujosas localidades residedeiales del país.
De Miguel
está llevando a juicio a los periodistas que le relacionan con el diálogo
militar-sindical, pero Jorge Bríaca (líder de la CGT-Azopardo) ha puesto
brutalmente las cosas en su sitio: "A los bebés no los trae la cigüeña ni
nacen en un repollo. Decir que núnca se habló con las fuerzas armadas es faltar
a la verdad".
Las dos fuerzas de siempre
Cerrado el
período de presentación de afiliaciones por los partidos se ha vuelto a
comprobar que sólo cuentan dos fuerzas en Argentina: el peronismo, otra vez
mayoritario, y el radicalismo, que nada tiene que ver con el radicalismo
europeo y que es la esperanza de profesionales, ilustrados, clases medias
sobrevivientes a la inflación, regeneracionistas moderados: el PSP de Tierno
Galván sin socialismo ni marxismo.Y unos y otros en una feroz greña intestina
para la designación de candidaturas y líneas políticas. Los radicales se
desesperan: "Para qué hacer elecciones si el aluvión zoológico va a volver
a ganar" (por los peronistas). Y éstos por las calles cantan al son de
bombos y panderos el "¡Volveremos, volveremos!". Es el drama de la
pequeña burguesía, un poco ilustrada y un poco progresista, que se ha pasado la
vida pergeñando fórmulas milagrosas para que se celebren elecciones libres,
pero con los suficientes trucos como para que no gane la mayoría peronista.
Fuentes del
Gobierno han dejado filtrar la casi seguridad de que la ley electoral adoptará
el sistema proporcional. Con sólo un 3% de los votos un partido podrá tener
escaños en el Parlamento. Así se evitará que la Cámara se bipolarice entre
peronistas y radicales y que al menos un 25% del electorado se quede sin
representación.
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